El incidente
Shyamalan provoca pasiones. Malas y buenas. Hay gente que le defiende a muerte y otra que le defenestra, ambos independientemente de la película que haya hecho. Cierto es que hay un cierto toque de autor en sus encuadres, puestas en escena, algo trabajado e interesante que despierta la atención del espectador y que consigue no apartarle de la pantalla.
Sin embargo esta película, con uno de los argumentos apocalípticos más interesantes de los últimos años, es uno de sus mayores patinazos. No sólo construye unos personajes totalmente absurdos, sino que además hace de una excusa ecologista un leit-motiv bastante endeble para que la historia avance. Un auténtico bluff.
Si con Señales había conseguido engancharnos con una historia de extraterrestres y con La joven de agua nos sumergió en un cuento moderno y adulto, en esta película intenta urgirnos a cuidar el planeta y nuestras relaciones antes de un holocausto global. Sin embargo Shyamalan no juega bien sus cartas y consigue despistar en sobremanera con una dirección de actores bastante inusual.
Wahlberg y Deschanel, dos actores atractivos capaces de hacer buenos papeles, aquí se limitan a poner caritas. James Newton Howard coge una frase musical similar a la de Señales y tira del hilo. Personajes con los que apenas empatizas entran y salen sin preocupación alguna del director. Y sumando.
El incidente llega a provocar miedo del viento, pero con cada relación de personajes y alguna que otra trampa de guión, consigue que, como los buenos ecologistas, su mensaje nos lo tomemos a pitorreo: no consigue hacer llegar con seriedad su mensaje.
Un gran arranque precede a un film muy flojo.