Una película inquietante y perturbadora, a ratos irregular, provocando el susto fácil o una violencia visual innecesaria, pero que en cualquier caso nos mueve y hace estar intranquilos durante hora y media.

★★★★☆ Muy Buena

Parafraseo el título del ensayo de Trías porque esa es la sensación que me deja El incidente, una película inquietante y perturbadora, a ratos irregular, provocando el susto fácil o una violencia visual innecesaria, pero que en cualquier caso nos mueve y hace estar intranquilos durante hora y media.

El inicio, de lo más convencional, el parque lleno de gente, se interrumpe bruscamente para instalar la película en el terreno de la anormalidad y lo “siniestro”, en escenas que recuerdan a algunos momentos de Lynch en Mullholand drive, cuando la joven actriz llega a la casa y su vida sufre un cambio radical. En El incidente la quiebra del orden natural de las cosas va mucho más allá y se convierte en una tragedia.

Esta catástrofe se extiende de manera vertiginosa, y afecta por igual a todos los humanos, sean cuales sean sus sentimientos, naturaleza o intenciones. De hecho, en El incidente se muestra precisamente el lado más oscuro e irracional del hombre, que aflora en situaciones de peligro o muerte inminente. Me resulta especialmente conmovedora la escena del hermano que va en busca de su mujer, aun sabiendo o sospechando que ya está muerta, y confía su hija a su antipática cuñada. Y cuando en el coche observa la rendija por la que se filtra el aire asesino, asume su fin inminente con una gran entereza.

Existe una gradación en la intensidad del incidente que resulta especialmente dramático desde el punto de vista argumental y hace que el espectador se sienta cada vez más acosado en su butaca. En efecto, el letal virus ataca progresivamente a grupos de gente cada vez más pequeños, y su fuerza es tal que va desde el gran parque neoyorquino hasta el lugar más recóndito de la región (la muerte de la anciana misántropa dando cabezadas contra su propia casa tiene es escalofriante). Y, paradójicamente, cuanto mayor es la intensidad del viento y los protagonistas (que han ido perdiendo en el camino a familiares y amigos) deciden inmolarse, el ciclón aplaca su furia. También existe un paralelismo entre el viaje de la joven pareja a la casa aislada y su reconciliación personal.

El incidente, como otras películas del director, lleva implícita una lección ética, desde el fantasma del terrorismo a la rebelión de la naturaleza ante los desmanes cometidos por sus habitantes. Pero va más allá, porque al final los hechos permanecen sin explicar y, como demuestra el inquietante epílogo, lo siniestro puede invadir la belleza en un momento.

Hay escenas que perviven en nuestra retina y alimentan nuestros impulsos más irracionales. Me sucede esto cuando veo muchos pájaros sobre los postes y visualizo la película de Hitchcok. Ahora mismo estoy mirando por la ventana y veo los árboles moverse. Y, por si acaso, solo por si acaso, cierro bien puertas y ventanas.
publicado por Ana Alonso el 5 julio, 2008

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