La elección de Hopkins y Pryce para interpretar esta película es el mayor aliciente, por no decir el único, para ver esta película con ansia estas Navidades.
Obviamente los católicos querrán ver esta película pero los no creyentes tienen un motivo para verla: el duelo interpretativo entre Hopkins y Pryce es uno de los más intensos de la década. En mi opinión, mucho más intenso que el de De Niro y Pacino en “El Irlandés”.
La elección de Fernando Meirelles como director, por el contrario, no ha sido de lo más acertada. Una película con actores de este calibre debería tener un estilo algo más sosegado a la hora de controlar la cámara. El interés por hacer algo con estilo documental no está reñido con tener una cámara sosegada y sin el tembleque propio de aficionados.
Obviamente esta película es un panfleto en favor del actual papa, algo que sólo pasa en Hollywood cuando un papa es “reformista” o adherido al pensamiento “progresista”.
Por lo demás, es una película recomendable para terminar el 2019 con buen cine.