American Gangster
Tras la nefasta El Reino de los Cielos, y la sensiblera Un Buen Año, llega American Gangster, la que para muchos es última oportunidad para un Ridley Scott que lleva dando tumbos desde hace muchos años. Entre medias, una nueva edición de Blade Runner, la que a todas luces parece la definitiva, al menos hasta dentro de unos años.
Hay que decir de American Gangster que los temas que trata prometen, a pesar de sonar a algo ya conocido por el espectador. No es la primera vez que se retrata en la gran pantalla la corrupción policial en una gran ciudad como Nueva York en los años setenta, ni el auge de las drogas, ni menos aún el ascenso y caida de un gangster. Pero a pesar de ello, Ridley Scott consigue tejer una trama intensa y llena de emoción que atrapa por completo al espectador. El film avanza a buen ritmo, Scott no se recrea en la narración, y la mejor prueba de ello es que no se hace pesado ni aburrido a pesar de su largo metraje. El cineasta británico ofrece no sólo el retrato de un gangster lleno de carisma (excepcional Denzel Washington) y el policía que le persigue (un no menos brillante Russell Crowe), sino que muestra al mismo tiempo las convulsiones que azotaban a todo un país: la pobreza, la miseria, la corrupción, la guerra de Vietnam, un profundo desencanto surgido entre la población, todo ello aderezado por el auge en la venta de drogas.
Al fin y al cabo, American Gangster viene a ser un espejo en el que se refleja la visión más turbia y distorsionada del tan cacareado sueño americano. Y es que en la tierra de las oportunidades también abunda la miseria, y nada crece mejor entre la miseria como el crimen y la corrupción.