Está contada con tal entusiasmo y en momentos es tan frenética que uno la contempla, no sólo como una historia extraordinariamente realizada, sino también como algo absolutamente creíble e increíble a la vez. Un auténtico logro.

★★★★☆ Muy Buena

American Gangster

Francis Ford Coppola reinventó el cine de mafias con la indiscutible obra maestra El Padrino. Podríamos decir que después de que esta triología se hiciera mundialmente famosa, poco tuvieron a ver las nuevas incursiones cinematográficas en la mafia con dichos films. Es decir, no se repitió ni tal calidad ni tal éxito como el que Coppola havia conseguido, aunque llegó alguna que otra maravilla del género que tampoco merece ser olvidada, como las recientes Infiltrados o Promesas del Este (no he visto Scarface, que conste). Y, como un golpe de suerte, a finales de un año tan mediocre como ha sido el 2007 nos llega una maravilla llamada American Gangster, la primera incursión de Ridley Scott en el mundo de la mafia. ¡Y qué incursión! Es una película verdaderamente vibrante, fascinante, una de esas experiencias que no te puedes perder. Está contada con tal entusiasmo y en momentos es tan frenética que uno la contempla, no sólo como una historia extraordinariamente realizada, sino también como algo absolutamente creíble e increíble a la vez. Y por tanto, no cabe duda que esta es una inolvidable nueva muestra del buen cine de mafias. Un auténtico logro.

Probablemente tenga un punto débil bastante evidente, y es que su excesiva duración no permite que acabe de redondearse como una obra maestra. Contiene escenas que podrían excluirse perfectamente, así creando un film incluso más ameno y no tan cargado de tantos detalles. Pese a esto, Scott consigue un ritmo trepidante y escenas memorables y tan veloces como el asalto al imperio de la droga o emocionantes como el encuentro entre Frank Lucas y Richie Roberts a la salida de la iglesia (seguramente una de las mejores escenas cinematográficas del año pasado). Y decir que todo se sustenta bajo un guión de Steven Zaillian muy correcto, aunque demasiado cargado de inecesarios momentos y personajes secundarios. Pero es que, como en todo gran film, las situaciones y carácteres que aparecen son muchos y muy variados, con dos protagonistas de ideas contrarias que dominan esta jaula de grillos (o de drogas) llamada Harlem. Ante todo, es un film apasionante, lleno de vida y con diálogos excelentemente escritos, esos de sacarse el sombrero (situados, sobretodo, en su tramo final). Y es que posiblemente American Gangster contenga uno de los finales no sorpresa más inteligentes y magistrales de los últimos años, hasta incluso épico. Todo en esta película, más bien, es grandilocuente, pese a contener pequeños tramos personales como el divorcio del detective Roberts o la relación de Lucas con su mujer. El tema de la droga, sin embargo, no se muestra como telón de fondo, y eso es un gran punto a favor. Quizás la película no contenga demasiadas escenas relacionadas con el fatídica situación de las personas drogadictas, pero damos por supuesto que es un vicio terrible y observamos como en los años setenta la droga era un punto clave en la sociedad norteamericana. Terrible, pero cierto.

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Pese a todo, los dos personajes principales son el centro del film. Y, sin lugar a dudas, no podría haber mejor elección que la de Denzel Washington y Russel Crowe (dos actores como la copa de un pino). Sus interpretaciones son, sencillamente, impresionantes, parecen sacadas de la realidad. Y es que en muchos aspectos American Gangster se acerca a la realidad (inolvidable el último diálogo entre Lucas y su madre). Quizás puedan parecer tópicas, como si los retratos básicos de mafioso y policía fueran añadidos sin más y no tuvieran ni pizca de originalidad, pero os aseguro que si uno está atento, poco tiene que ver Frank Lucas con cualquier otro mafioso visto en el cine. Desde luego, Washington nos brinda un papel excepcional, lleno de carisma y de duro carácter, con una especie de transformación hacia al final que lo excluye definitivamente del modelo de gángster. Este es, sin duda, un auténtico gángster americano, con personalidad y facetas ocultas poco reconocibles. Es un personaje real. Y Richie Roberts, magistralmente caracterizado por un soberbio Russel Crowe que poco tiene que ver con la sádica mente de Lucas. Este es un hombre honesto (quizás demasiado), con las ideas bastante claras y bruto hasta decir basta. También puede parecer el típico inspector de policía de una película setentera, pero algunos de sus diálogos y, sobretodo, el que mantiene al final con el gángster, son tan memorables y distintos de lo que acostumbrados estamos a ver que lo aparta del modelo básico de divorciado duro de pelar. Los secundarios están todos muy correctos, aunque no llegan al altísimo nivel de interpretación de los dos protagonistas.

Una película magistral, cercana y frenética. Una crónica social nada pretenciosa y que puede calificarse de grandiosa, apasionante y narrativamente perfecta. Sin embargo, su excesiva duración impide que llegue a la obra maestra que podría haber sido. Y para redondear, dos interpretaciones merecedoras de un Oscar cada una y una dirección no menos brillante. Espero que a lo largo de los años sea recordado como el auténtico clásico (ahora moderno) que es.

Lo mejor: La prodigiosa narración y unos soberbios Washington y Crowe.
Lo peor: Sus excesivos 157 minutos impiden que sea perfecta.
publicado por Ramón Balcells el 11 enero, 2008

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