Camino es fantástica. Y la película también. Aunque el verdadero iluminado, sin lugar a dudas, es Javier Fesser.

★★★★☆ Muy Buena

Camino

Camino es una niña de once años a la que le diagnostican cáncer y muere, algo que sabemos desde el primer minuto de película, porque está contada a modo de flashback. Camino es la pequeña de una familia perteneciente al Opus Dei, cuya hermana ya ejerce como numeraria dentro de la institución, y que afrontarán la enfermedad de su hija como un regalo de Dios. A medida que la enfermedad vaya empeorando, la fe de la madre se irá haciendo más fuerte, mientras que la de su padre empezará a flaquear. La madre, una mujer autoritaria muy afín con la causa, intentará transmitir su fuerza a la hija quien, las altas esferas del Opus Dei, verán como un ejemplo para los suyos. Pero la niña, llena de vida, en lo único que piensa, tendida en el hospital, es en curarse para poder apuntarse a un curso de teatro y reencontrarse con Cuco, un chico del barrio del que está enamorada.

Lo mínimo que se le puede exigir a una película, como esta, que pretenda remover conciencias, es que realmente las remueva, algo nada fácil de conseguir. Camino lo consigue y lo hace sobradamente. Porque Camino, a título personal, me atrapó desde el principio, me sacudió durante buena parte de su metraje (de forma muy violenta en algunos momentos, como un buen golpe de izquierdas en plena mandíbula) y me dejó hecho polvo, destrozado y desarmado en un tramo final magnífico tan luminoso como trágico. Y lo consigue porque la película es directa y eficaz y es honesta consigo misma y con el espectador (no entraré en el tema del “basado en hechos reales” que tanta polémica levantó en su momento, debido a mi, en parte, desconocimiento y porque lo que realmente me interesa es la película).

La peli está escrita y dirigida por Javier Fesser, director que se dio a conocer con dos cortos tan populares como Aquel ritmillo y el Secleto de la Tlompeta, hizo el salto al cine con la divertida El milagro de P. Tinto y reventó las taquillas con La gran aventura de Mortadelo y Filemón. Además, en el 2007, estuvo nominado a los Oscars como mejor cortometraje por Binta y la gran idea. Fesser, hermano del componente del dúo Gomaespuma, es un director del que siempre me ha atrapado su forma de ver el cine, copando sus películas de una fuerza visual fantástica y filmándolas más a través de los ojos de un niño que desde una visión más adulta (ambas cosas siguen estando en éste, su nuevo trabajo, por mucho que el tono sea radicalmente más dramático). Muchos han dicho de él que era el Jean-Pierre Jeunet (Delicatessen) español, algunos como crítica y otros como alabanza y, reconozcámoslo, algo de eso hay (¿podría ser Camino su trágica Amelie?), aunque limitarse a verlo de este modo sería algo de lo más estúpido.

A pesar de ser un confeso admirador de su forma de trabajar, debo admitir que sus anteriores largos (otra cosa son los cortos) me parecieron quedarse demasiado a medio gas, visualmente apetecibles, aunque hasta cierto punto fallidos en su global. El principal problema de sus dos anteriores películas era la incapacidad del director por mantener un pulso narrativo alto durante todo el metraje y unas tramas con excesivos altibajos. Y es que Fesser siempre había parecido mucho mejor mostrando las cosas, que contándolas. En Camino la cosa cambia y nada de lo anteriormente reprochable aparece en la película, a pesar de las más de dos horas y cuarto de duración.

En cuanto a los actores, la peli está protagonizada por Nerea Camacho, cuya brutal mirada se te queda grabada, siendo este su primer trabajo en cine (lo del goya a la mejor actriz revelación se veía venir desde hacia mucho tiempo); Carmen Elías, como la madre, que borda su papel de una manera brutal; Manuela Vellés (Caótica Ana), como la hermana de la protagonista; Jordi Dauder, siempre fantástico, como un sacerdote del Opus y Mariano Venancio (el superintendente Vicente), como el padre de Camino.

No fui al cine, en su momento, a ver esta película porque la historia no me entusiasmaba demasiado (teníamos el bodrio de “Mar adentro” a la vuelta de la esquina, que también trataba de una enfermedad) y porque el trailer tampoco acabó de llamar mi atención, más bien todo lo contrario. Estaba equivocado. Porque me imaginaba un dramón del copón, y lo es. Pero estaba equivocado. Y es que, a la hora de la verdad, Camino es una película llena de la más cruda realidad, de drama personal, de oscuras artimañas, de injusticia, de rabia, de impotencia y de dolor. Pero han de saber (y no se equivoquen, porque esto es lo realmente importante), que Camino es una película llena de fantasía, de magia, de alegría, de ganas de vivir, de amor y de sueños, donde un montón de flores rojas brotan del suelo, cuando te pones a bailar.

Resumiendo: Camino es fantástica. Y la película también. Aunque el verdadero iluminado, sin lugar a dudas, es Javier Fesser. Imprescindible.

Lo mejor: Fesser
Lo peor: Las polémicas
publicado por Jefe Dreyfus el 2 febrero, 2009

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