Camino
Un guión arriesgado es de agradecer. Una historia tan terrible y compleja como la de Alexia Barros prometía una versión en cine algo escabrosa. Desconocía el caso de esta niña hasta que empezaron las críticas hacia la película, pero el resto de críticas, como las de los muchocineros, que la ponían de buena para arriba, hizo que me animara a verla antes de que la reestrenaran después de haber ganados varios Goya.
Primero, empezar evitando suspicacias: no soy del Opus ni creyente. Suele ser lo primero que te llaman-insultan cuando se critica una opus con una clara intención antiopusina. Con esa libertad de prejuicios, espero que los responsables de la película se hayan documentado (punto nada fuerte en el audiovisual español) sobre una prelatura que tanto deben odiar. Si han hecho los deberes, el Opus da mucho miedo. También penita por la gente que se retrata en el film. Pero como cualquier secta en una país no teocrático, mientras no maten a nadie, que hagan lo que quieran. Yo sé lo que pienso y creo.
Para continuar, el "inspirado en hechos reales" que acaba en un homenaje a Alexia, es una trampa antiética del director, que se ha cansado de decir que no era sobre la niña en cuestión. Pero para colmo, un final de traca que inaugura una nueva secta: la "Fesser Dei"
Sus pilares básicos son no sólo el cuestionar creencias en las que no se cree (vaya tontería, si son creencias, pero bueno), sino que todo lo que tiene apariencia de religión, hay que asociarla a un mundo de imaginación y fantasía, a cuentos, a historias tan terrenales y poco tratadas en el cine como las de amor. Todos los protagonistas del Opus deben ser siniestros, no como los no creyentes, que son sanotes y equilibrados. Deben llorar mucho, tanto como se espere que llore el espectador. Hay que inventarse objetos religiosos alternativos como cajitas guarda secretos, así como momentos oníricos cercanos al videojuego. En definitiva, hay que hacer un relato que impresione y buscarle una explicación terrenal para algo que tal vez el director y guionista no sea capaz de comprender. Si no sabes torear ¿para qué te metes? ¿No pudo adaptar la historia que tanto le interesaba cambiando personajes para evitar las previsibles críticas de la familia? ¿No sería que la película, si no fuera así, tendría menos recaudación de la que tiene?
Nerea Camacho cumple sobradamente con la finalidad de su papel. Aunque abusa de los momentos de "ojos abiertos como platos o como si me hubiera pillado un dedo con una puerta", su infantil belleza hace que el espectador, inevitablemente, se emocione con los momentos más delicados. Lo más sobresaliente, sus momentos con el padre.
Momentos musicalmente marcados (Russian Red mediante), alabando las virtudes del videoclip, trufan un film pesado, aburrido, largo en exceso y que no termina de convencer con una forma muy efectista de rodar algo que pedía un tratamiento más sobrio.
Larga vida al "Fesser Dei"