Camino
En 1993, Steven Spielberg estrenaba La Lista de Schindler, una de las grandes obras maestras del cine de los años 90 que, además, sirvió para acallar las voces de la prensa especializada y ciertos sectores de la profesión que tachaban a Spielberg como un simple director de películas de corte familiar y para niños. Javier Fesser se encuentra ahora en la misma encrucijada: tras su El Milagro de P. Tinto y La Gran Aventura de Mortadelo y Filemón, nos llega Camino, su último trabajo en largo metraje. Un cambio radical de registro que trata temas tan espinosos como el Opus Dei, el cáncer, la fe y el amor, encarnados en una niña de 11 años. Tras su paso por el Festival de San Sebastián podremos verla, por fin, hoy día 17 de Octubre.
Camino es una aventura emocional en torno a una deslumbrante niña de once años, muy religiosa, que se enfrenta al mismo tiempo a dos acontecimientos que son completamente nuevos para ella: enamorarse y morir. ‘Camino’ es, sobre todo, una luz brillante capaz de atravesar todas y cada una de las tenebrosas puertas que se van cerrando ante ella, y que pretenden en vano sumir en la oscuridad su deseo de vivir, amar y sentirse definitivamente feliz. La película está inspirada en la historia de la hija menor de una familia perteneciente al Opus Dei, que falleció en 1985 a los 14 años de edad, y que actualmente está en proceso de canonización.
Dura y desgarradora ya desde su sinopsis, Camino supone un torrente de sentimientos y una montaña rusa de emociones desde el primer momento. El desarrollo de la historia es simple, más bien funcional, incluso podría decirse que ciertos pasajes pueden ser algo predecibles, pero no es el devenir de los hechos lo más importante en este film, es la idea que de ellos extrae cada espectador lo que es verdaderamente relevante en esta película llamada a crear polémica desde su estreno.
El director, Javier Fesser, se rodea de un magnífico equipo para contar la historia, unos profesionales que cumplean a la perfección sus tareas y nos revelan un envoltorio más que perfecto para una historia sin dobleces cuya puesta en escena es interpretada a la perfección por un plantel de actores sencillamente perfecto. Sería incómodo e injusto destacar una sola de las interpretaciones, pero no está de más romper una lanza en favor de ese gran descubrimiento que supone Nerea Camacho, una pequeña gran actriz que inunda de luz toda la película dando vida a la niña Camino. Sin duda, una de las máximas responsables de que esta cinta sea tan escalofriantemente bella.
El incombustible Mariano Venancio, la siempre correcta Carmen Elías y Manuela Vellés. sueña de los ojos más bonitos del cine español, completan el reparto principal y dotan de una veracidad absolutamente necesaria a la película con unas interpretaciones que, como mínimo, acapararán alguna nominación a los premios Goya. Se ha calificado el visionado de esta película como ‘tortuoso’, y aunque es casi imposible negarlo, dada la naturaleza de la historia y la crudeza de algunas escenas, a título personal me gustaría animar al espector a que acuda a su cine más cercano a verla, pues, a pesar del mal trago, supone una experiencia personal bastante enriquecedora.
En definitiva, una película valiente, reveladora, conmovedora, que te remueve por dentro y que, desde luego, no deja indiferente a nadie. Uno de los mejores estrenos del año.