El ultimátum de Bourne
Mira en lo que nos han convertido. Con esta frase termina la búsqueda de Bourne y una trilogía sobre el origen y la identidad comprimida en un formato de película de acción y espionaje, tres películas para contar casi lo mismo las tres veces, con lo cual tenemos uno de los productos más descaradamente estirados que se han visto. Cuando llegamos al “the end“, la tomadura de pelo resulta tan irritante como previsible. De hecho, estamos ante una de las peores trilogías de la historia del cine.La historia en sí misma no ofrece nada original, y esto resulta especialmente llamativo en los últimos minutos de una cinta que debió cerrar el círculo con una nota mayor o complementaria a lo ya expuesto en sus dos precedentes, y no volver a reiterar las ideas implícitas, porque lo que se hace es decir textualmente lo que ya se sabía (lo que sabía cualquier espectador que haya prestado un mínimo de atención ). Si el esquematismo ya hacía mella en la anterior entrega, aquí es un `problema fundamental: todas las escenas de acción, – de “aquí te escondes y aquí te pillo”, de “crees que estoy allí pero estoy aquí”, etc – son exactamente iguales, los guionistas siempre utilizan la misma estructura para diseñar las situaciones, y el único fin perseguido es el de crear escenas espectaculares representadas con el pulso rimbombante de la cámara de Paul Greengrass, lo cual da pie a un impacto visual meramente efectista desprovisto de auténtico sentido narrativo; una narración se configura con el avance hacia nuevos estados emocionales y/o ideológicos en los personajes, o con el descubrimiento de nuevos datos que obliguen a reinterpretar los vericuetos o motivos que sustentan la historia. Es decir, que cada secuencia ideada establezca una progresión respecto a la anterior.
Hay muchas maneras de construir una narración, pero lo que no se puede hacer es limitarse a un encadenamiento de escenas a cada cual más espectacular y extensa (hay que ver cómo se alargan las secuencias de acción, síntoma claro de que los guionistas no saben en qué ocupar el metraje), y dejar toda la información esencial para los últimos diez minutos. Y encima, para saber lo que ya sabíamos. Algunos cineastas y guionistas necesitan que alguien les explique que narrar consiste en sintetizar y progresar hacia el desenlace, no en dispersar y esquematizar.
En definitiva, y si de lo que se trata es de buscar un rato de entretenimiento, la película puede satisfacer a los incondicionales del género. Para los amantes del cine entendido como un arte, para los que están hartos de los caminos trillados y del tratamiento visual efectista que no creativo, es un bodrio del que mejor será huir como se huye de una peste.