Eragon
Por lo visto, “Eragon” puede alzarse ya como una auténtica herejía cometida contra el original escrito por el jovencísimo italiano Christopher Paolini. La trilogía de “El Legado”, cuyo primer libro es el que ahora salta a las pantallas con un marketing digno de todo un Harry Potter, está llamada a ocupar durante los próximos cuatro años el calendario navideño de la industria de Hollywood, y mucho tendrá que ver sus cifras de taquilla este fin de semana, o lo que es lo mismo: vuestro apoyo, y por ahora no os veo precisamente contentos…La verdad es que, en cuanto a desarrollo de argumento, “Eragon” es una auténtico desastre. Durante la primera media hora todo es atropellado y sin apenas explicación alguna. Las escenas pueden durar básicamente dos segundos, pasando de una a otra con una auténtica prisa por quitarse los prolegómenos de la historia de en medio e ir directamente a lo que quiere el púlbico: batallas y más batallas. Esto tiene una consecuencia directa: no conectas con nada. La capacidad mágica del protagonista aparece sin ton ni son, no hay iniciación alguna. Hay personajes que corren más a pie que un dragón volando y se terminan situaciones de auténtico peligro saliendo prácticamente por la puerta principal sin oposición alguna. Una locura.
Debo confesar que el inicio de toda esta mitología es puro “Star Wars”: Eragon vive en una granja, con su tío, tras ser allí dejado por sus padres, y ante un imprevisto del destino, encontrará a su mentor, el cual deberá guiarlo hacia los rebeldes y lo iniciará en en sus poderes y el futuro que le espera. No os sorprendáis porque finalmente Galbatorix, el malo del film diga “Eragon, yo soy tu padre”….
Bebiendo de forma clara de parte del universo creado por Tolkien (se habla en el film de elfos y enanos), la estética viene a ser la misma, y eso es un handicap para la película. Con excepción de ese inicio tan Luke Skywalker, el resto de la historia vuelve a versar sobre tiranos, subalternos hechizeros y rebeldes frente a la dictadura. Con un fregadito por allí y por allá, todo queda convertido en un producto que a medias entretiene, pero no deslumbra. Por supuesto, no miro el film con los ojos de un lector predispuesto a analizar la adaptación, ya que no he leído la obra original, y desde esa lejanía puedo apreciar que, en aras de convertir la leyenda de Eragon en un producto comercial, sus responsables han extraído los pasajes con más acción, perdiéndo en el camino otros aspectos que fácilmente hubieran podido subsanar de no ser por la duración lamentable del film: 1 hora y media en la que ha de condensarse todo a lo bestia.
Quizás la mejor elección hecha por el director y su equipo de casting sea el propio actor principal. El chico no lo hace mal, y por lo menos no está tan despistado como nuestro amigo Daniel “Potter” Ratcliffe en su primer film. De ahí a que sea un Elijah Wood hay un trecho. Jeremy Irons en su línea, pasando el trámite, aunque mucho dista de ser ese actorazo inglés que nos cautivó en los 90. Le tengo perdido el respeto y eso es fatal para mi opinión. Al menos es quien más acapara tiempo de pantalla, ya que a John Malkovich ni lo olemos y Djimon Hounson apenas aparece 2 minutos. Reservémoslos a todos para la secuela. Mención aparte para Robert Carlyle, que en su papel del villano Durse es el único en parecer coherente con todo el conjunto del film.
Y podríamos darle el aprobado a la película en caso de que los efectos especiales, concretamente el dragón, hubiesen sido el novamás. Pues ni por esas, ya que Sephira, la dragona del film ha gozado de un CGI de todo a cien. Con la de tiempo que ha pasado desde “DragonHeart” o “Harry Potter y el cáliz de Fuego”, y me parecen sus dragones mejor realizados que el reclamo principal de “Eragon”. ¿evolucionará a Pokemon Azul?, ya lo comprobaremos.
En definitiva, mala dirección, dialogos enclichados, un vestuario mediocre y unos efectos especiales en la media de una pelicula directa a DVD. “Eragon” ha sido vendida como el acontecimiento del año y es todo menos la trilogía fantástica del futuro. A los preadolescentes de 9 a 13 años les gustará, pero que decepeción más grande al buscar un Uruk-Hai y encontarme con soldados con careta. Para pasar el rato, pero por Dios, no nos engañéis con comparaciones, que al final no son odiosas: son aniquiladoras.