No vamos a perder tiempo explicando cómos y porqués. Por decir algo, y así nos vamos tranquilizando, Eragon copia descaradamente clichés de otras producciones más afortunadas, producciones que además merecen la categoria de clásicos en su ámbito.

★☆☆☆☆ Pésima

Eragon

Francamente, es mala pero no es tan mala. Qué digo, es mala pero hasta unas dimensiones vomitivas. Es un insulto al espectador, es una putada.

A lo mejor lo que pasa es que nos entra la neura debido a que el género de fantasía épica es uno de nuestros dos o tres géneros cinematográficos favoritos. Y subrayo lo de “cinematográficos” porque siempre he pensado que la fantasía épica, si está bien hecha, tiene un mayor poder de fascinación representada en la pantalla que en la letra escrita. Pero no, pero en serio, pero esto…pero esto…pero esto…pero esto qué es?. Ye, para la burra que estas pidiendo peras al olmo. Es cine navideño, pardillo, una de aventuras muy al uso de estas fechas de magia e ilusión. Producto oportunista que aterriza estrellado en un mal momento histórico. Subrayemos el contexto histórico.

Pero, joder, que el chico este rubito (pésimo actor, qué asco de tío) que hace migas con dragones y ninfas ha venido después de Luke Skywalker y de Frodo Bolsón, dos personajes de lujo para el género fantástico-épico, auténticos arquetipos de la aventura fílmica como odisea y metáfora de nuestras vidas, del buen cine de entretenimiento, ostia. Porque, vamos, no me jodas, ni Marc Hamill ni Elijha Wood eran grandes actores, ni tampoco interpretaban a personajes especialmente complejos, pero qué bien definidos y representados estaban en un entorno de ideales, peligros y perfiles de una espléndida caracterización y sentido de lo maravilloso, que permitía incluso que dos personajes planos como folios tuvieran soltura, la dimensión de lo real y un cierto desarrollo a lo largo de una aventura que va del punto A al punto B. (Más tarde o más temprano le hincaremos el diente, bajo la omniabarcadora visión de “Imágenes y Palabras”, a la saga de George Lucas y a la trilogía de Peter Jackson, y me dan escalofríos solo de pensar en el resultado…y lo mucho que nos queda por aprender).

Oye, Eragon entretiene, ¿no?. Mierda. ¿Porqué?. Porque eso es lo peor de todo, que hasta lo malo vomitivo nos entretiene. Y tiene un final digno, al fin y al cabo, de lo que se trata es de contar un cuento para niños. ¿Pero “E.T” no era también algo de eso mismo, y “Los Goonies?. Exacto, ahí viene la tragedia. Que unos y otros son lo mismo pero de Eragon nadie se acordará dentro de veinte años y “Los Goonies” y “E.T”, rondando la treintena, siguen vendiéndose como las rosquilletas en las sucesivas ediciones y siendo revisadas con permanente gozo año tras año. Aquellos eran los tiempos del buen cine inocente, para niños y papás, pero hecho con un corazón a la altura de las ilusiones y la magia viva en todos, grandes y chicos.

Los niños y los papás de hoy en día se merecen lo mismo. Eragon pudo ser una más que pasable obra distractora en fechas de ilusión, pero es tal la desgana y la ausencia de talento….¿ausencia de…?. No, no, es que eso es lo peor de todo. Que no me creo que se haya terminado el talento. La eficacia y la habilidad de James Cameron o Richard Donner, ambos dotados de una modesta maestría para el cine de entretenimiento, no es tan difícil de alcanzar. No hablemos de Spielberg,, un individuo con cine en las venas que, en casos puntuales, era capaz de elevarlo a proporciones antológicas, místicas, incluso. Es que, es que, es que mira que tiene bémoles… y yo me cago en tó.

¿Qué hago yo hablando de Spielberg, Donner y Cámeron?. Nostalgia. Crecimos con ellos y gracias a sus pequeñas joyas de recreativa y lúdica sensibilidad cinéfila, hoy muchos amamos el cine en todo su rango o recorrido en lo que a la calidad se refiere, desde Mel Gibson hasta Ingmar Bergman, desde Roland Emmerich hasta M. Night Shyamalan y todo lo que nos echen .

Venga, nos relajamos. Y ahora en serio, “Eragon” cumple lo justito en su función de película navideña, se deja ver con agrado, tiene sus buenos momentos, me atrevería a decir que es correcta y honesta porque da lo que promete. Al espectador inculto -cinefilamente hablando – le basta. Pero existe un canon establecido y conocido por todos los que amamos y mamamos a Luke Skywalker o a Frodo Bolsón. No estoy valorando Eragon en función de estúpidas comparaciones con “El señor de los anillos” o “Star Wars” (porque tal comparación sería una estupidez). Estamos señalando la diferencia entre lo que está bien hecho y lo que no esta bien hecho en el ámbito de la fantasía y épica o la espada y brujeria o como quiera llamarse…

No vamos a perder tiempo explicando cómos y porqués. Por decir algo, y así nos vamos tranquilizando, Eragon copia descaradamente clichés de otras producciones más afortunadas, producciones que además merecen la categoria de clásicos en su ámbito. Detrás de ese plagio no hay singularidad alguna. La culpa ya sabemos de quién es. ¿Stefen Fangmeier?, que se dedique a otra cosa. Ála, a cascarla.
publicado por José A. Peig el 18 diciembre, 2006

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