Eragon
Si echamos un vistazo a la imagen que la literatura fantástica y caballeresca otorgó a los imaginarios dragones, quizás, estos no salgan muy bien parados: malvados, sanguinarios, salvajes y solitarios. Afortunadamente los moldes también pueden ser derribados y, precisamente, es lo que hizo un adolescente llamado Christopher Paolini cuando publicó la novela Eragon que, años más tarde, ha sido trasladada al cine.No es esta una historia de grandes batallas (que alguna hay), ni de amores imposibles; es simplemente la bonita historia de amistad entre un granjero y una dragona. Ella está impresionante (una exquisíta labor infográfica que merece ser admirada); él es un tierno joven que aún no podrá ser convertido en un elemento élfico-sexual (componente que no solo influye en la libido sino también en la taquilla).
Destacan sus efectos especiales (algo a lo que los norteamericanos nos tienen acostumbrados) y una música bastante acorde a la narración, haciéndose muy cómplice de la misma. El elenco de actores que aparece por la pantalla nada tiene que envidiar a otro tipo de películas (John Malkovich, Jeremy Irons o Robert Carlyle). La narración es dinámica aunque un poco previsible (algo que, por desgracia, ocurre con bastante frecuencia dentro de este género). En su contra, aparecen unos escenarios poco elaborados (sobre todo, la sala donde administra su gobierno Galbatorix: más que una sala real parecía un After Hours de la calle Gran Vía). También, en algún momento se adolece la falta de información: no entendemos por qué el rey guarda el huevo de dragón si este puede hacerle tanto daño, ¿acaso no se puede destruir? No lo sabemos. Tampoco se nos explica muy bien la batalla inicial con la que comienza el reinado autoritario del mal. Se agradece, por el contario, la detallada explicación que se realiza sobre la relación que mantiene un jinete con su dragón, relación que destaca por su belleza y lealtad (algunos hombres deberían de aprender de los dragones).
En general, creo que la película no defraudará a los amantes del cine fantástico (aunque tampoco se enamorarán de ella), si bien debo advertir que no se debe cometer el error de compararla con “El señor de los anillos”, pertenecen al mismo género pero la temática y el trazo son dististos. Además, sería tan estúpido como esperar que todas las novelas fuesen como “El Quijote”.