Charlie Wilson es un congresista soltero de Texas al que le van las chicas y la cocaína. Sin embargo, a pesar de esa apariencia de vividor, Charlie tiene una mente extraordinaria, un profundo sentido del patriotismo y una apasionada inclinación por los perdedores. Joanne Herring es la amiga, defensora y ocasional amante de Charlie, una de las mujeres más ricas de Texas y virulenta anticomunista que convence a Charlie para apoyar y ayudar a los muyahidines afganos contra el comunismo ruso. El compañero de Charlie en esta difícil empresa es el agente de la CIA Gust Avrakotos, un trabajador entre dos aristócratas. Los tres recorren el mundo para conseguir inesperados apoyos a Afganistán entre Pakistán, Israel, Egipto, traficantes de armas, gobernadores y una bailarina del vientre. Tienen un éxito notable. Cuando se le preguntó cómo pudo un puñado de campesinos asestar tan tremendo golpe al ejército de una superpotencia, el presidente de Pakistán, Mohammad Zia ul-Haq, se limitó a contestar: “Fue cosa de Charlie”.
No podía haber mejor elección para este proyecto que Mike Nichols tras la cámara. Su saber hacer, su elegancia y su habilidad con la cámara son el envoltorio perfecto para este guión escrito por el genial Aaron Sorkin, responsable de la obra maestra televisiva Studio 60 en the Sunset Strip, cargado de ironías, guiños y buen humor, el guión aprovecha adecuadamente sus 98 minutos para contarte una historia desconocida sobre la propia historia.
Los encargados de dar vida a estos tres personajes tan atípicos son: Tom Hanks, correcto en su papel, se nota que lo pasó bien grabándolo; Julia Roberts, correcta, sin más; y el inconmensurable Philip Seympur Hoffman en un papel que le viene como un guante, tanto, que ha conseguido la única nominación a los Oscars del filme, como mejor actor secundario, un agente de la CIA retirado con un peculiar sentido del humor y del trabajo, verdadera alma del filme que junto a Tom Hanks forman el tándem perfecto con muy buena química en pantalla
Con estos ingredientes, tenemos como resultado una pequeña obra ejemplar en la filmografía de Nichols a la altura de cualquier comedia mordaz de los últimos años y que a la vez, nos descubre una historia real desconocida para el gran público y que, sin embargo, cambió el curso de la historia tal y como la conocemos. Sin pretenciones y sin segundas lecturas, esta película es buen cine hecho con cariño y mostrando los trapos sucios de una sociedad que nos vende la perfección como manera de vida. Áltamente recomendable.