Un fabuloso cierre para este carrusel de bobinas deterioradas, veneración de géneros extinguidos, cachondeo, guiños e intencionados fallos de raccord, que junto a “”Planet Terror”” conforman “”Grindhouse””

★★★★☆ Muy Buena

Death Proof

Hay varias películas dentro de “Death Proof”, un film en el que Tarantino parece haberse sentido como pez en el agua, dando rienda suelta a sus más enfermizas fijaciones, a su alto nivel de fetichismo y a las constantes de su cine.

Por un lado encontramos en “Death Proof” la película del Tarantino de siempre, el que todos conocemos. El Tarantino rescatador de mitos de Hollywood que años atrás lo fueron todo, el hombre con una capacidad envidiable de recuperar temas musicales del olvido que escuchados ahora, suenan maravillosos, el enfant terrible de Hollywood que disfruta escribiendo larguísimos diálogos sobre temas inesperados.

Ese Tarantino existe, y mucho, en esta parte de “Grindhouse”. Son las chicas las protagonistas de esas dilatadas conversaciones nacidas de la mente de Quentin, y es precisamente así como arranca la película, con la interminable figura de Sydney Tamiia Portier, Jordan Ladd (hijas de Sydney y Cheryl Ladd, respectivamente) y Vanessa Ferlito y del mismo modo comenzará el segundo bloque (con cambio de protagonistas incluido) en el que, claramente, está dividida “Death Proof”.

Si el espectador es capaz de entrar en el juego de esos largos diálogos sobre las mujeres y las armas, sobre el sexo, las pelis de los 70 o los coches, su disfrute de “Death Proof” estará garantizadísimo y será completo. Cierto es que, por momentos, la extrema longitud de la verborrea tarantiniana alrededor de una mesa, pueda llegar a cansar, pero tranquilos, que pronto se pasará a la acción que evitará de golpe y porrazo, cualquier ánimo de bostezo.

La aplastante presencia de Kurt Rusell y de su personaje, el “especialista” Mike, es otro de los grandes aciertos de Tarantino, experto en castings y que ya recuperó a Travolta o a Pam Grier en ocasiones anteriores. No olvidemos que el fue el Pliskeen de Carpenter de “1997; Rescate en Nueva York”, MacReady en “La Cosa” o Jack Burton de “Golpe en la pequeña china”. Todo un mito de los 80, que ahora recibe un papel a su justa medida y para su galería de gloriosos héroes y antihéroes.

Y dentro de esa obra, llena de elementos fácilmente reconocibles para el seguidor del director de “Pulp Fiction” y también para el que no lo es, y siguiendo la línea marcada por el espíritu grindhouse, Tarantino se permite el lujo de mezclar habilidosamente, entre todas sus obsesiones, un slasher y un clarísimo y declarado homenaje a aquel cine de los 70, lleno de persecuciones automovilísticas y a los dobles y especialistas de cine, que lo hacían posible. Algo así como dos películas en una, marcadas por el universo de Quentin

En el tramo del slasher, Tarantino presenta al personaje del “Especialista Mike”, se recrea en los pies femeninos (recurrentes en su filmografía), nos deleita con la cuidada selección musical, que va desde Jack Nitzsche hasta T-Rex, pasando por The Coasters, (¿o acaso no os ha picado la curiosidad por el grupo Dave Dee, Dozy, Beaky, Mick & Tich, a raíz de la historia de Pete Towsend que cuenta Poitier?) y con otro baile, el de “Mariposa”, para enmarcar dentro de su filmografia. Una atípica película con asesino en serie donde el arma mortífera es un coche y que se cierra con un cómico dialogo entre Michael Parks y James Parks, los dos policías texanos que ya aparecían en “Kill Bill” o en “Abierto hasta el amanecer”.

En su siguiente tramo, Tarantino pasa a otros derroteros. A su particular homenaje a “Punto Limite, cero” y otras cintas de género setenteras a las que Tarantino reverencia. Aquí, lo apuntado sobre los especialistas de cine y su decadencia actual y su auge a consecuencia de los efectos especiales, toma cuerpo, a través de Zoe Bell, actriz especialista (y doble de Uma Thurman en “Kill Bill”) en esa escena, la más colosal y mejor rodada de toda la película, en la que las mujeres se ponen a la altura de “Stunt Mike”. Rosario Dawson, Mary Elizabeth Winstead y Tracie Thorns acompañan la venganza, en la que hay tiempo para un largo (quizá demasiado) dialogo alrededor de una mesa y para las reflexiones sexuales de las protagonistas (muy para “nenas”), pero que dará paso a una persecución sobresaliente.

Un fabuloso cierre para este carrusel de bobinas deterioradas, veneración de géneros extinguidos, cachondeo, guiños e intencionados fallos de raccord, que junto a “Planet Terror” conforman “Grindhouse”. Dos obras (aunque concebidas como una única) tremendamente entretenidas y de escasas pretensiones donde reinan la casqueria y el cachondeo y que ofrecen un ejercicio de estilo, que aunque no es, en absoluto, novedoso, se agradecen por ser poco comunes en estos días.
publicado por Robgordon el 5 septiembre, 2007

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