Gran Torino
¿Será posible que Clint siga dando peliculones? Pues si. Después de El Intercambio va y se marca un peliculón generacional, con mensajes para un futuro inmediato, no sólo en USA, sino en todo el mundo.
Gran Torino es el coche del Clint protagonista, un símbolo que viene de largo, de sus personajes duros y heroicos. Un coche que tira de maravilla, pero que en algún momento quedará algo obsoleto. Sin embargo, todavía le quedan kilómetros para que enseñen a otros jóvenes lo que es un coche de verdad.
Y de esto va la peli: lo que nos queda por aprender a los jóvenes para poder sobrevivir en este mundo que nos hemos complicado y nos han complicado. Algo tan normal aquí en España como son las bandas, allí no sólo se internacionalizan, sino que además constituyen un gran peligro para la gente de un barrio y de diversas etnias.
Eastwood se pilla un personaje antipático, de vuelta de todo y que gruñe por todo aquello que no le gusta y que no se molesta en comprender. Por eso cuando unos agradecidos vecinos asiáticos le ven como un héroe, él consigue apreciar un nuevo código moral y vital que desconocía pero con el que empatiza.
El gran drama del film es el cambio de métodos. Como señalaba Cahiers du Cinema, es el equivalente a ¿Quién mató a Liberty Valance?, el paso de un western de tiros a uno con el poder de la razón. Gran Torino es una advertencia a un mundo globalizado e internacionalizado, pero también en el que las reglas del día a día cambian, pero no así los principios que sustentan una sociedad, unos principios que impiden que nos matemos y, en caso de hacerlo, no quedemos impunes.
Gran Torino es una película emotiva, impactante y con la que es imposible no sonreir, haciéndonos un poquito más mayores de lo que somos, un poco abueletes.