Al final lo que nos queda es la impresión de que hemos visto un trhiller policíaco convencional, que pretendía ser mucho más de lo que es, que a ratos se le nota demasiado la rigidez de su esquematismo y que no siempre logra de forma adecuada transmi

★★★☆☆ Buena

Zodiac

La narración es un arte de síntesis. Narrar es componer un todo en cuyas partes se expresan atributos o matices que han de ser funcionales a efectos dramáticos o conceptuales del todo.

En su nueva película,David Fincher nos propone una concienzuda y obsesiva crónica que versa en torno al mundo policíaco del crimen y a la influencia de los medios de comunicación amarillistas. Dicha crónica está estructurada a modo de puzzle en el que sus diversos elementos (policías, criminales, supuestos criminales y prensa) interactúan en un juego de retroalimentación compulsiva: véase cómo los policías buscan y/o intentan ignorar la relevancia del asunto criminal tanto como el criminal busca a los policías o se esconde de todo el aparato mediático y policial durante semanas o incluso años.

“Zodiac” no es la narración de un misterio, sino de un proceso que se despliega en todos los pilares antagonistas de la función, un proceso obsesivo cuya razón de ser podemos vislumbrarla en las leyes implícitas de un género revitalizado – que no reformulado, error muy común – en manos de Fincher, y que se convierte en un inteligente producto de revisitación a unos ámbitos paradigmáticos. Lo importante, la finalidad del discurso, no es conocer la identidad del criminal, sino la progresión hacia un determinado estado psicológico, el cual se concretiza en el clímax final del relato mediante el personaje conocido como Robert Graysmith (Jake Gyllenhaal).

La contundencia narrativa se fundamenta en la magnífica construcción de personajes. Estamos hablando de cine psicológico, y en ése ámbito los perfiles humanos son imprescindibles, los diversos patrones psicológicos manifestados por cada uno de los protagonistas, distintas maneras de afrontar el conflicto, encuentran una muy digna representación en la caracterización y desarrollo de los mismos. El conflicto, en este caso, no está circunscrito a la misteriosa identidad del criminal, un criminal que parece adoptar múltiples identidades en función de los hallazgos, recovecos o curvas que alientan en el laberinto de las sospechas y de las pistas a seguir. El conflicto también se materializa en un “porqué”, y en una búsqueda de sentido a la caza y captura por parte de los representantes de la ley y el orden. ¿Porqué busco a “Zodiac”?. ¿Es un ente real o un producto de la prensa y de la inteligencia juguetona de un ciudadano anónimo?. En esta película, las relaciones de causa-efecto entre crimen y (supuesto) criminal se enmascaran, como un efecto del juego propuesto. “Zodiac” es un asesino que se evapora cuando más cerca parece estar la resolución, y más se nos acerca cuanto más lejano queda en el recuerdo a lo largo de dos décadas. Esa atmósfera ambigua como una niebla de sospechas evanescentes es la mejor definición del espíritu de la obra.


A destacar también la excelente labor de montaje y ritmo visual, dos instrumentos indispensables para mantener la atención del espectador en una narración que a menudo se hace demasiado densa y aporta más datos de los asimilables, pero todo esto está en función de ir creando el mencionado estado psicológico de los protagonistas, no es un mero capricho del guionista.

Rozando la perfección como representación fílmica de una cronología de sucesos que derivan en una historia dramática, Zodiac falla en un aspecto fundamental. No termina de cuajar su leitmotiv en cuanto a su propósito de hacer reflexionar al espectador. En otras palabras; no encuentra un modo de articular el conjunto mediante el cual expresar un significado que le otorgue más fuerza significativa al relato. O sea, a pesar de todas sus virtudes, Zodiac deja un regusto a vacuidad, a que no ha terminado de despegar si atendemos a todos sus propósitos y a lo sugerente de los contenidos.

Por eso, al final lo que nos queda es la impresión de que hemos visto un trhiller policíaco convencional, que pretendía ser mucho más de lo que es, que a ratos se le nota demasiado la rigidez de su esquematismo y que no siempre logra de forma adecuada transmitir la idea de que la crónica progresa en función de un contenido dramático específico. Más sencillo: que es una narración contundente, pero superficial en última instancia.
publicado por José A. Peig el 21 julio, 2007

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