Decía un crítico que ver “”El Código Da Vinci”” es tan emocionante como ver a tu abuelo resolviendo un sudoku

★★☆☆☆ Mediocre

El código Da Vinci

Después de abrazar el Cristianismo, Constantino convocó un concilio en Nicea para unir todas las posturas y señalar las herejías. Una de las discusiones más importantes fue la que planteó el arrianismo. La postura oficial era que Cristo era Dios, no había sido creado, como el resto de los mortales. Arrio, en cambio defendía que Cristo era una criatura. ¿Qué importancia puede tener que Cristo sea una cosa u otra? Mucha.

Si Cristo fue humano, su sacrificio tiene valor, pero no más que el de tantas otras personas que han sufrido. Si Cristo era Dios, como defiende la iglesia, la humillación y el tormento de la cruz no es un ejemplo más de sufrimiento, su sacrificio es el momento central de la historia. Ese acto justifica, también, la salvación. Toda esta cuestión estaba en juego en Nicea, y también lo está en “El Código Da Vinci”.

La película trata de la batalla entre una secta secreta, El Priorato de Sión, que tiene una prueba de que Cristo era humano, y la rama más conservadora de la iglesia, el Opus Dei, que lucha a muerte por preservar la ortodoxia.

El relato de esta discusión le ha permitido a Dan Brown hacerse con el record de ventas de todos los tiempos con su novela. Sin embargo a Ron Howard puede que no le salgan tan bien las cuentas cuando vea la taquilla. Eso me lleva a la diferencia entre lo que busca un lector que pasa las páginas de un libro ávido por una respuesta y lo que busca un espectador intrigado por un misterio: cosas ligeramente diferentes.

La película es fiel al libro para su desgracia. Comienza planteando interrogantes y avanza a costa de más interrogantes y giros. Pero el papel de los protagonistas no es cinemático, es más bien intelectual. No es una película de personajes, sino de enigmas. Decía un crítico que ver “El Código Da Vinci” es tan emocionante como ver a tu abuelo resolviendo un sudoku. El cine no funciona si los personajes no se implican hasta el fondo; tienen que jugarselo todo. La novela, en cambio, funcionó como un puzzle, como una intriga que afectaba a la religión, a la cultura, al lector. El problema no es que no haya química entre Tatou y Hanks, el problema es que ninguno de sus personajes vive la película.
publicado por Jose Contreras el 21 mayo, 2006

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