Las colinas tienen ojos
Con el calor del verano, las fiestas nocturnas y otras distracciones pecaminosas he adelantado sin querer (evitarlo) las vacaciones. Aunque oficialmente cierro temporalmente el chiringuito la próxima semana. Tranquilos, habrá cena de despedida y botellón para todos. Pagais vosotros. Eso sí, nos quedamos en un lugar rodeado de zombies etílicos, no de los otros, y nada de ir a un desierto para hacer la gracia como la familia Carter.Gratamente satisfecha me hallo. (Yo Jane, tu Chita). Alexandre Aja es el hombre de la función. Su “Alta tensión” me sorprendió positivamente y eso que estuve casi un año mirando la carátula del dvd y volviendo a ponerla en su estantería correspondiente. Bueno, a veces la dejaba detrás de “El aviador” que me pillaba más cerca del mostrador. “Alta tensión” resultó ser una buena película de terror, con guiños y homenajes a títulos clásicos imprescindibles. El final, que tantos critican, a mi no me molestó en absoluto. A tenor de las buenas críticas de la película, Hollywood no tardó en fijarse en Aja, viendo en él el próximo Carpenter, Craven o Hooper. “Las colinas tienen ojos”, remake del clásico de 1977 de Wes Craven es la esperanza del buen cine de horror.
En una primera parte tópica y un poco aburrida conocemos a una familia americana, que con caravana incluida, viaja por parajes inóspitos del desierto de Nuevo México. Alguien les convencerá para cambiar su ruta y coger un atajo. En medio de ninguna parte se encontrarán con unos humanos deformes, caníbales y con muy mala leche a los que tendrán que hacer frente en una lucha de sangre y vísceras por la supervivencia.
Aja no escatima en primeros planos de pura carnicería y una suciedad visual exasperante y bien realizada. Evidentemente no es apta para todo tipo de público, en el cual no me incluyo, y formo parte de género femenino Red (guiño sin malicia). La película es una salvajada entretenida, con muchos clichés del género bien avenidos y un resultado final desagradable, es decir, bueno. Pese a todos los aciertos de la cinta, también son evidentes las pifias argumentales, aunque en este tipo de películas no adquieren tanta importancia si el resultado es efectivo.
Como ejemplo recurrente están los personajes principales o figurines insulsos, que nos importan un pito. A excepción del bebé y el perro, que protagonizan los mejores momentos del film, junto con los humanos deformes y las secuencias en el pueblo radioactivo. También hay cosas de MacGyver retirao, como cierta explosión en cierta caravana o la capacidad de algunos para ser inmortales. Pese a todo, recomiendo “Las colinas tienen ojos” a todos los amantes del género.
Lo mejor: La película está viva y las muertes son brutales.
Lo peor: Algunas fantasmadas risibles.