Shutter island
Que Scorsese, al igual que Eastwood, siga haciendo películas es algo que me anima a seguir viendo películas. Más que nada porque el panorama de los guiones para el cine está bastante de capa caída: todos sabemos que los guionistas buenos se han ido a la televisión.
En el caso de Shutter Island, la historia es algo previsible, pero el juego visual propio de Scorsese va jugando con nuestra percepción. Y en eso nos entretenemos durante dos horas y casi treinta minutos. DiCaprio es un ayudante del sheriff que va a investigar la desaparición de una paciente en uno de los complejos psiquiátricos más fuertes que hay: Shutter Island.
Durante la investigación, todo parece sospechoso. Todo son mentiras y miradas que ocultan algo. Y en medio, recuerdos y miedos que juegan malas pasadas y parecen presentes.
Scorsese se marca un thriller psicológico de una gran factura y que está bien llevado hasta que aparecen los últimos 20 minutos. La duración juega en su contra, pero tampoco se puede decir que le sobre mucho tiempo superfluo. Los actores están muy bien y sorprende el elenco de secundarios que van apareciendo poco a poco.
Al igual que en una sesión de tortura, Scorsese, aparte de su inquietante estilo visual, acompaña el film con música erizante. Y consigue meternos de lleno en un ambiente enfermizo para conseguir una película desasosegante.