Una película extraña, caótica y por momentos incoherente, pero que a pesar de todo gusta.

★★★☆☆ Buena

Descubriendo el Cielo

Descubriendo el cielo es una película rara. Bastante rara. Es una de esas que te hace tener constantemente la sensación de que te estás perdiendo algo, de que hay algo más en ella que no eres capaz de ver; pero a pesar de todo te gusta. Es algo similar a lo que hace años me ocurría con algunos episodios de Expediente X, que no me enteraba de nada, pero me encantaban. Supongo que habrán tenido ustedes esa sensación alguna vez.

Es una película que cabalga a medio camino entre el drama y la ciencia ficción, que grosso modo narra como los ángeles del cielo necesitan un nuevo advenimiento para recuperar las Tablas de Alianza y romper así el pacto con los hombres, en venganza por haber abandonado estos a la religión.
Abarca el paso de un gran número de años, ya que desde que comienza hasta que termina han pasado unos veinte, y lo hace de una forma un poco caótica y brusca, pero con cierto encanto. Da la sensación de que se pierde mucho tiempo en escenas triviales, mientras que se pasa de puntillas por otras que sí que son claves para el desarrollo de la película.

También sus intérpretes se muestran un tanto histriónicos, exagerados en los aspavientos y gestos, e incluso podríamos decirle que le falta verosimilitud a la caracterización de los personajes. Aunque por encima de todo sobresale la actuación de uno de los grandes de la pantalla (es mi opinión, para gusto los colores), que es Stephen Fry, británico recalcitrante donde los haya, actor multidisciplinar con preferencias por la comedia, y que en la vida real suele hacer gala de un exquisito y ácido humor típicamente británico. Fry es capaz de hacer reír, pero también de emocionar, como hace por momentos en Descubriendo el cielo y hace años con su magistral interpretación de Oscar Wilde en Wilde, lo que a mi entender es la interpretación definitiva del genial autor, con el que el propio actor ha reconocido profundas similitudes, incluida la homosexualidad.

Pero de todos modos, qué quieren que les diga; a pesar de que le encuentro más defectos que virtudes, a mí no me ha disgustado, y por momentos me ha gustado esta película. Aunque sinceramente, no sé explicarles el porqué.
Lo mejor: La interpretación de Stephen Fry, grande donde los haya.
Lo peor: Sus más de dos horas están mal distribuidas y se alargan innecesariamente algunas escenas superfluas mientras se pasa de puntillas por detalles importantes.
publicado por Oscar Cantero el 22 diciembre, 2006

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