El ataque de los muertos sin ojos
Mira por donde que ahora que estoy de vacaciones en el periódico, se me ha ocurrido, desde mi destierro conileño voluntario, ponerme a ver películas de la llamada serie B, pero con la particularidad de ser españolas de los años 70. De esta manera llegué a hacerme con un título que reúne casi todas las características propias del género. A saber: sangre, vísceras, gritos, espíritus y otras cosas que seguramente me olvidaré. No podían faltar, siendo española, sus hembras majestuosas enseñando un poco de pechuguilla y muslamen.
El ataque de los muertos sin ojos, que así bautizaron a la criatura en 1973, parte de una base que curiosamente está hoy en día de rabiosa actualidad, como es la del linchamiento de todo un pueblo a los caballeros templarios que habitaban en un monasterio de la zona, debido a las supuestas prácticas demoníacas y herejes que desarrollaban. Siglos después, volverán de sus tumbas para arrasar todo el poblado.
Evidentemente, desde el punto de vista técnico, la película deja muchísimo que desear, aunque la historia no es mala y tiene cierto interés, por lo que no llega a ser tan decadente como las del subgénero Z. También contribuye a ello la destacada interpretación de Fernando Sancho, que junto con el resto del reparto contribuyen a paliar, en buena parte, la pobreza extrema de los efectos especiales.
Sin llegar a la altura de otros filmes del género como La caída de la casa Usher, El ataque de los muertos sin ojos es una aceptable película, útil para el entretenimiento y a la que muy bien podrían envidiar muchas de las decadentes producciones que hoy en día inundan las salas de cine.