Una buena película que recoge la herencia de la tradición del cine de terror clásico, con espíritus, escenarios sombríos y una historia de fondo que no se desvela hasta el final de la trama.

★★★★☆ Muy Buena

La caldera del infierno es una de esas películas que recurre al subgénero más clásico y a la vez potente del cine de terror, como es el de los espíritus y entes que interactúan entre el más allá y nuestro mundo. Utiliza para ello, además, un entorno tan propicio y proclive para ello como es el de un viejo penal, con un amplio historial de muertes, ejecuciones y suicidios a sus espaldas.

En un determinado momento, se comienza la rehabilitación de un ala que ha permanecido cerrada durante 50 años, y es ahí cuando comienza a incrementarse de manera exponencial el número de muertes, que aunque oficialmente se atribuyen a suicidios, se producen bajo extrañas circunstancias. Ello implica la entrada en acción de un detective que con la ayuda de la médico de la cárcel comenzarán una investigación que les llevará a situaciones inimaginables.

La película sigue la tradición del cine de terror más clásicos, con escenarios sombríos, sobresaltos inesperados, incertidumbre constante y otros más, pero sin recurrir, eso sí, a la sangre y las vísceras para provocar esas sensaciones. Sin utilizar, en definitiva, lo que Tito Chinchan definiría sin duda como “casquería”.

Por otra parte, la banda sonora ha sido elegida con acierto, de manera que al visionar la película, el espectador no repara excesivamente en ella, pero sí que se percibe que contribuye a intensificar las sensaciones que transmite la película, pero sin adelantarlas, como ocurre en muchas ocasiones hoy en día.

En general, se puede decir que La caldera del infierno es una buena película, que toma de la tradición los mejores elementos para confeccionar un producto completo, acertado y correcto, heredero del cine de terror clásico que tanto se echa de menos hoy en día.

Lo mejor: Nos recuerda que el cine de terror no tiene que estar basado en la casquería y las vísceras.
Lo peor: Por momentos se hace un poco previsible.
publicado por Oscar Cantero el 7 octubre, 2007

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