Puede que carezca de una originalidad excepcional, o puede que guste más o menos, pero es un regalo para el buen amante del cine.

★★★★☆ Muy Buena

Cartas desde Iwo Jima

"Cartas desde Iwo Jima" tiene entidad propia, es autónoma. Pero resulta inevitable verla como el reverso, o el complemento, a "Banderas de nuestros padres", el díptico que Clint Eastwood ha realizado con tantas ganas como energía, a pesar de sus 76 años.
Ahora, ese enemigo invisible, esos casi-marcianos que surgían del subsuelo con sus armas, o aparecían en medio de la noche para saltar sobre sus víctimas en "Banderas de nuestros padres", se materializan y se hacen carne y hueso, y también alma. Convirtiéndose además en el contraste de esos heroes fotogénicos que alzaron una bandera en el monte Suribachi.

Unos, los estadounidenses, utilizados como iconos de masas con los que recaudar fondos para las arcas de la guerra. Los otros, heroes anónimos, cuyas últimas cartas ni siquiera llegarán a sus destinatarios.

Y juntas, las dos películas, componen una recuperación de la memoria histórica. A Eastwood, durante la multitudinaria presentación en Japón de "Cartas desde Iwo Jima", le pareció inaudito que la mayoría de jóvenes desconociera por completo lo acontecido en la isla de Iwo Jima en la II Guerra Mundia, donde perdieron la vida más de 20.000 compatriotas.

Todos somos seres humanos.

Pero, sobre todo, y no era para esperar menos, es un relato plagado de humanidad. Pone en evidencia que lo que debería prevalecer es el individuo por encima de lo absurdo de la guerra (o no tan absurda para quienes obtienen beneficios económicos, políticos o estratégicos), e incluso, si se fuera racional, por encima del concepto del colectivo de "patria".

Claro está que, para alguien que posa sus ojos en el imperio del sol naciente, la mirada de Eastwood es la de un occidental. Aunque se apoye en el guión de un debutante japonés, Iris Yamashita, al fin y al cabo, es un yanqui en la corte nipona que osa hablar sobre personajes y conceptos muy alejados de su mentalidad y mundo.

Sin embargo, su perspectiva es la adecuada porque, en definitiva, lo que nos cuenta es exactamente lo mismo. Un panadero de Osaka o Tokio, es para lo que desea plasmar Eastwood, igual que uno de Oklahoma o Kentucky; y todos sienten sus miedos, todos han dejado atrás algo o simplemente todos luchan para evitar que su "patria", o el futuro de sus hijos, caigan en manos de bárbaros extranjeros.Es la batalla de seres humanos con los mismos sentimientos de duda y temor, con la familia, esposas, hijos y esa vida que tenían, y a la que se les ha obligado a abandonar. En uno de esos detalles que son más significativos de lo que parecen a simple vista, incluso el protagonista, el general Kuribayashi (Ken Watanabe), profesional, culto y férreo, casi se disculpa en una de sus cartas a su mujer por el hecho de haber dejado cosas pendientes, tan cotidianas, como el arreglar el suelo de la cocina.


El verdadero triunfo.

Eastwood otorga a su visión de la perspectiva japonesa un carácter más intimista, y alejado del montaje paralelo, entre el frente de batalla y el circo mediático al que fueron sometidos los héroes norteamericanos al regresar a los EE.UU. La música, de Michael Stevens y su hijo Kyle Eastwood, es tan minimalista como efectiva, y apela directamente a la sensibilidad. Y el monocromatismo de la fotografía, adaptada a la frialdad de esa roca volcánica que es Iwo Jima, concede a la película una mayor fisicidad.

Asimismo, es extraordinaria, por elegante, mesurada y carismática, la interpretación de Ken Watanabe, al igual que la de Tsuyoshi Ihara, como el barón Nishi, y "héroe" olímpico en equitación.
Puede que el contenido de "Cartas desde Iwo Jima" carezca de una originalidad excepcional, o puede que guste más o menos, pero es un regalo para el buen amante del cine. Y, como Mel Gibson en "Apocalypto", a destacar la valentía de su autor en ese empeño para que las copias se exhiban en todo el mundo en versión original subtitulada. Ello hará que desciendan espectacularmente las ventas de palomitas y entradas en las multisalas; pero el cine, y de un modo no menos espléndido, sale ganando.
publicado por Carles el 5 marzo, 2007

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