La Jungla 40
Lo que en La jungla de cristal comenzó siendo virtud se ha transformado definitivamente en defecto en esta última entrega. Len Wiseman – cuyo mayor logro en el cine probablemente haya sido casarse con Kate Beckinsale!! – ¿autor? también de la patética Underworld, tiene la culpa. Lo que diferenciaba a John McClane de los demás héroes-iconos del cine de acción de los 80 – Stallone y Schwarzenegger pero también Seagal y Snipes – era su vulnerabilidad. McClane era de carne y hueso, sufría, sangraba a borbotones y se estaba quedando calvo; los otros llegaban, veían y vencían… sin despeinarse.Por eso nos caía bien Bruce Willis y los otros nos dejaban indiferentes. En La jungla 4.0 McClane también sangra, pero sólo por aparentar, es puro maquillaje, en realidad McClane aquí es tan inmortal como el Stallone de Cobra o el gobernador de California en Perseguido.¿Cómo creernos si no que un tío de carne y hueso pueda hacer surf subido en un caza, saltar, dar dos volteretas y levantarse como si nada?El cine de acción malo tiene “la enfermedad del circo”, el ¡más difícil todavía! Busca atraparnos en las butacas en estado de letargo con la boca abierta y el cerebro de vacaciones. ¡Por favor Len, alquílate Old Boy y aprende! La película es un deus ex machina[1] de dos horas y diez minutos. Cuando el protagonista está en peligro, él mismo debe librarse y no gracias a la actuación in extremis de un dios salvador, eso es pecado mortal y si ocurre, el público se siente engañado y ofendido por la tomadura de pelo. La jungla 4.0 como las precuelas de La guerra de las galaxias son virus que matan el cine. Hay que borrarlas de la memoria como si jamás hubiesen existido. Convirtiéndolo en inmortal, han matado a John McClane. Terrible paradoja.[1] Deus ex machina: la súbita aparición en escena de una deidad, que viene literalmente volando a rescatar prodigiosamente a los protagonistas de alguna situación desesperada
Lo mejor: Nada
Lo peor: Todo