La sensación que me dejó “Una palabra tuya”, película, adaptada y dirigida por Ángeles González Sinde – actual presidenta de la academia de cine – a partir de la novela de Elvira Lindo, fue más bien fría. Anodina es una buena palabra que la describe.

★★★☆☆ Buena

Una palabra tuya

La sensación que me dejó “Una palabra tuya”, película, adaptada y dirigida por Ángeles González Sinde – actual presidenta de la academia de cine – a partir de la novela de Elvira Lindo, fue más bien fría. Anodina es una buena palabra que la describe. No aburre, pero no emociona; no decepciona, pero no convence; las interpretaciones no desentonan, pero parecen algo perdidas. En definitiva, me encontré con una producción descafeinada, correcta y sin demasiada alma.

La historia es la de Rosario y Milagros, dos amigas radicalmente distintas que intentan sobrevivir en un mundo que no las trata demasiado bien. La primera es realista y pragmática. Cree que más vale aceptar lo que le llega sin hacerse demasiadas ilusiones e ir tirando. Su vida serpentea entre los cuidados a una madre de la que se va apoderando el Alzheimer y un medio novio que prefiere mantener para no estar sola a pesar de no ser el amor de su vida.

La otra vive instalada en una permanente broma. Quizás ha sufrido tanto a lo largo de su vida que se niega a tomarse nada en serio para no sentirse más decepcionada. Es sumamente dependiente de Rosario e incapaz de abrirse ante nadie. Una niña pequeña que juega en un tablero que le queda demasiado grande.

La trama se narra en un permanente flasback que arranca desde un largo viaje de sus protagonistas hacia un final poco esperado, contándonos puntos de su vida, desde que se conocen hasta que un suceso desencadena la catarsis final, que supone una prueba de ambas personalidades, que prácticamente no evolucionan en la historia.

Pero no hay nada realmente profundo en lo que se nos cuenta. Tan sólo un puñado de anécdotas que vienen marcadas por los fuertes caracteres de las dos actrices protagonistas, Malena Alterio y Esperanza Pedreño, que tienen pocos momentos para el lucimiento, aunque bastante bien aprovechados. Me sorprendió especialmente Esperanza Pedreño – la Cañizares de “Camera café” – quizá porque no la había visto aún en papeles dramáticos, que construye una delicia de personaje a caballo entre la inocencia desatada y el patetismo de quien no sabe enfrentarse a los problemas.

“Una palabra tuya” supone una demostración de que tenemos una muy buena cantera de actores pero pocos guiones dignos de dar sorpresas al cine español, que a menudo se instala en las aguas templadas de una historia con un ritmo constante aunque algo cansino. Son pocos los directores que se atreven a ofrecer un salto mortal sin red, o por lo menos son pocos los que consiguen llevar aire fresco a la pantalla.

En este caso, que no se preocupen los guardianes de la moral audiovisual instalada en la sede de la SGAE, porque esta película es poco probable que contribuya a seguir desmoronando la industria patria por medio de ese demonio con cuernos y rabo que para ellos supone la piratería. Eso sí, que tampoco esperen que levante demasiado la cuota de espectadores para nuestro cine. Más bien se difuminará con el tiempo sin dejar la huella de los grandes peliculones ni el batacazo de los sonados bodrios.

Lo mejor: Las interpretaciones.
Lo peor: Una historia que no emociona en ningún momento.
publicado por Heitor Pan el 23 septiembre, 2008

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