Estaba claro que de esta relación de seres atípicos, saldría una película atípica

★★★★★ Excelente

Donde viven los monstruos

Maurice Sendak es un escritor e ilustrador de cuentos para niños atípico. No es lo normal el que alguien que se dedica a hacer libros para críos los trate como adultos, los enfrente a sus miedos, sus fobias y sus sentimientos más profundos de forma directa y sin tapujos, sin moralinas, sin princesas de cuento ni héroes valientes. No es lo normal el que muchas de sus obras sean elogiadas por los pequeños de la casa y censuradas o mal vistas por sus padres, que en muchos casos intentan proteger de tal forma a sus hijos que pretenden que no piensen para que no sientan, una anestesia imposible e insana. No es lo normal y eso es bueno.

Spike Jonze es un director de cine atípico. No es lo normal el que un director de videoclips y documentales de skateboard triunfe con su primer largo con un argumento tan marciano como el de un tipo que descubre una puerta secreta que lleva al interior de la mente del actor John Malkovich. No es lo normal el que ese mismo tipo, sea uno de los creadores y productores de una serie tan marciana como "Jackass", tan diferente al resto de la programación televisiva y tan absurda y políticamente incorrecta. No es lo normal y eso es bueno.

Cuando Sendak se reunió con Jonze para plantearle la posibilidad de que fuera él quien adaptara uno de sus libros más famosos, el escritor le impuso una única exigencia: puedes hacer lo que te de la gana con el guión, siempre que no trates a los niños como imbéciles, ni con condescendencia. A Sendak le daba igual que cambiara situaciones, hechos (algo necesario, pues el cuento es muy cortito) e incluso el tono de la historia, mucho más oscuro en la película, siempre que su premisa se cumpliese. En efecto, lo que ha realizado Jonze, no es una película para niños, ni para adultos, sino una película sobre la infancia. Sobre los sentimientos de un chaval en una familia desestructurada, con una madre soltera, una hermana que se aleja hacia el mundo de los adultos, sobre la soledad, la ira, el sentimiento de culpa, el odio, emociones que en esa edad aún no hemos aprendido a canalizar, comprender y manejar. Estaba claro que de esta relación de seres atípicos, saldría una película atípica.

Max es un chaval de nueve años con una imaginación portentosa, una hermana mayor que pasa bastante de él y una madre que intenta criarlo de la mejor forma posible mientras intenta conducir su propia vida. Pero hoy, Max está teniendo un día de mierda. Los amigos de su hermana le gastan una broma pesada mientras él trata de sentirse cómplice de la pandilla, su hermana no le defiende, su madre ha traído a cenar a su novio y la ira le ha jugado una mala pasada, por lo que decide escapar de casa y correr. Correr con todas sus fuerzas, subirse al barco de la imaginación y poner rumbo a una remota isla, donde se encuentra un montón de monstruos que también están bastante perdidos, como él. De hecho, son extrañamente parecidos a él mismo… o a partes de él.

La forma de retratar ese universo interior de Max, tanto la isla como los monstruos, me incrustó salvajemente en la película (lástima que tres cotorras que no distinguen entre ver la película en el sofá de casa, comentando tranquilamente y riendo como gallinas cluecas y verla rodeadas de humanos a los que les importa una soberana bosta que opinaran que los monstruos eran supermooooooonos por favor (sic), me sacasen de ella de cuando en vez). Nada de colorines e infografía por todas partes (no os quiero decir qué hubiese pasado si se llega a hacer James Cameron con el proyecto), sino enormes peluches salidos de la factoría de Jim Henson (el difunto y genial creador de los teleñecos y director de "Cristal oscuro" y "Dentro del laberinto"), toques de efectos por ordenador para dar expresividad a los rostros y salvar escenas demasiado movidas y un paisaje árido y oscuro. No sé qué pensaría yo si tuviera 9 o 10 años y me metiera en una sala de cine en una película como ésta… probablemente, y sabiendo lo cagado que era por aquella época, me iría llorando de la sala, pero los chavales de hoy en día están hechos de otra pasta. Aunque no sabría decir si esto es bueno o malo.

Pero no es el único punto que me cautivó de la película. También el actor protagonista, un portento de chaval llamado Max (como el personaje) Records, que consigue transmitir la enorme gama de estados anímicos por los que pasa su personaje, acompañado de Catherine Keener como su madre o las monstruosas voces de James Gandolfini (el Soprano más conocido), Forest Whitaker ("Ghost dog", "El último rey de Escocia"), Catherine O’Hara (la madre de Makauley Culkin en "Solo en casa" o de Winona Rider en "Bitelchus") o Chris Cooper (el misterioso Conklin de "El caso Bourne" y su gravísima voz). O también la música, encargada a Karen O, la cantante de los "Yeah yeah yeahs", que la fue escribiendo mientras se filmaba la película, dándole a la misma ese aire melancólico e íntimo que seguramente Jonze buscaba.

Así que ya sabéis, si estáis dispuestos a adentraros en el atípico mundo de Max, compartir sus vivencias con sus (nuestros) monstruos personales y dejaros seducir por el rarismo de Spike Jonze en contra del mundo convencional de las películas infantiles, no lo dudéis y acercaos allá donde viven los monstruos.

Atípicos del mundo, uníos.

publicado por Heitor Pan el 9 enero, 2010

Enviar comentario

Leer más opiniones sobre

muchocine 2005-2019 es una comunidad cinéfila perpetrada por Victor Trujillo y una larga lista de colaboradores y amantes del cine.