Ese Che que todos tenemos en mente y que tiene mucha más alma que el que se empeña en mostrar Soderbergh desprovisto de sentimiento y empaque para poder salir de la camiseta del vecino de butaca y llegar a un espectador que quizás podría optar por le

★★☆☆☆ Mediocre

Che El Argentino

El Che, ese icono del siglo pasado que aparece cuando menos te lo esperas en una camiseta, un bolso o una chapa. Un emblema de modernidad y revolución que ha sido degradado a moda trivial y desprovisto ya de alma más allá de la mítica foto. Una pena.

Con la reciente Diarios de Motocicleta se humanizó el mito, el argentino comenzó un viaje que cambió su modo de ver la vida dentro de su país y de todo Suramérica. Marcó lo que sería la leyenda del Che. Pero a Soderbergh se le va el tema de las manos. Primero en el metraje, una película dividida en dos por la imposibilidad de verse del tirón en las salas (aunque quizás sea lo más aconsejable) y sobretodo no saber ver la paja de lo realmente interesante hace que su “primer Che” el que está en las salas ahora no sea todo lo efectivo que cabría de esperar. Mucha anécdota para humanizar su figura de revolucionario, mucha justificación hacia sus actos por considerar la revolución cubana como algo que le tocó vivir como un extranjero, como un argentino. Su relación con Fidel en este periodo pasa como una mera anécdota pero si se insiste en dar a conocer su lado más humano, sus empeños en que la gente obtenga cultura, que tengan principios, que sean fieles. Todo aquello por lo que el Che es recordado.

En esta primera etapa alternan imágenes de la selva con las actuaciones políticas posteriores hasta el golpe de estado del General Fulgencio Batista. Anecdóticamente las mejores imágenes son las que desprovistas de color revelan en entrevistas y apariciones públicas un calmado e inteligente militar que es capaz de agradecer una buena invasión a los americanos o que responde a acusaciones en congresos varios mientras confiesa que teme más a una periodista que a un ejercito. Ese Che que todos tenemos en mente y que tiene mucha más alma que el que se empeña en mostrar Soderbergh desprovisto de sentimiento y empaque para poder salir de la camiseta del vecino de butaca y llegar a un espectador que quizás podría optar por leer el diario en el que se basa la película en lugar de verla.

Lo mejor: La nominable pero poco premiable actuación de Del Toro.
Lo peor: Que ningún cine de la posibilidad de ver la cinta en su conjunto como se proyectó en Cannes
publicado por Ana Belén Pacheco el 5 octubre, 2008

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