A la final resulta exagerado la campaña de desprestigio realizada por la Iglesia Católica hacia esta cinta que no ha de representarles el mínimo riesgo de quebrantar la fé de sus creyentes.

★★☆☆☆ Mediocre

Teresa, el cuerpo de Cristo

Son muchos los films que han llevado a la pantalla grande y chica la vida y obra de Doña Teresa de Cepeda y Ahumada o Santa Teresa de Jesús como se le conoce alrededor del mundo. La mayoría de éstas avaladas por la iglesia católica. Tal es el caso de “Teresa” del director francés Alan Cavalier del año 1986, o un poco más recientes “Teresa” del director italo-americano Leonardo Defilippis del año 2003, que tuvo una muy buena acogida en los Estados Unidos y recibió varios premios u otra del mismo año llamada “Teresa Teresa” del también director español llamado Rafaél Gordón. Todos estos antecedentes hacían suponer de antemano, que la nueva versión de Teresa: En el Cuerpo de Cristo, traería consigo ingredientes novedosos que cautivaran a la audiencia. Y sin duda, Ray Loriga su director así lo hizo, apostándole a una historia con perspectiva mucho más carnal y mucho más centrada en la condición humana, aspecto que no necesariamente es un punto positivo.

Tomar la decisión de narrar el “otro lado”, para llamarlo de alguna forma, de la vida de la Santa Teresa, suponía un riesgo enorme que yo personal y díficilmente tomaría como director porque es muy fácil caer, ya sea en la reiteración de hechos ya contados o en el exceso irresponsable de narrar eventos que de una u otra manera “desmeritan” la labor de la figura de alguien tan importante para quienes creen en el o lo veneran. Diversos han sido los personajes que como humanos han cometido algún tipo de error, han tenido tropiezos o excentricidades, pero que a la final brillan por alguna cosa que los “dignificó”, los hizo “grandes” y en definitiva esta debería ser, por respeto a su legado, la esencia que prevalezca y la que se trasmita de generación en generación. Puede sonar mojigato, pero la realidad desmuestra que este tipo de “verdades” o “realidades” inocultables en las que se ven envueltos muchos de nuestros héroes, en conclusión no funcionan. Cuando veía esta película recordaba un poco lo sucedido con “El Cantante” , el film de Marc Anthony y Jennifer López que en esencia no dijo mentiras, pero destacó en todo momento la debilidad del cáracter de don Héctor Lavoe sobre su legado y la influencia que ejerció en la salsa y la música latina.

La película tiene como punto de partida la convulsionada época de la iglesia y su transición hacia la contrareforma, de ahí el origen de algunas de sus escenas polémicas e irritantes para los fieles, pero que pensándolas con cabeza fria son más sensasionalistas que provocadoras. En realidad son menos de las que uno podría suponer en un film controversial y son en general tratadas a la ligera, lo que demuestra aunque no se quiera, el respecto hacia la institución católica. De hecho, es tanto el respeto que se manejó que cohibió no solo muchas de las escenas sino al mismo director.

A grandes rasgos se describe su paso por el convento que la acogió antes de fundar la primera “Orden de las Carmelitas Descalzas” y el primer “Monasterio de San José” en Ávila, su entrega e inmensa devoción hacia Jesús, el parasismo que le duró 4 días por el cuál la creyeron muerta y de pasó le sirvió para acrecentar su fé, más la persecución de la Santa Inquisición que no logró su cometido gracias según esta versión, a los encantos y el gran carisma que Doña Teresa de Cepeda y Ahumada ejercia sobre hombres y mujeres, un argumento poco creíble y poco documentado también, en una época donde la condición de mujer era el motivo suficiente para desvalorar a su mínima expresión y restar la mínima importancia a sus ideales. La historia dice que su fortaleza, el espíritu de lucha y entrega e incluso “la fuerza divina”, fueron los que finalmente permitieron que ella cumpliera su objetivo.

Esta intención de proponer un punto de vista más humano y más feminino de Teresa, es el que dio como resultado la elección de la actriz más atractiva que hasta ahora ha encarnado a la santa canonizada 40 años después de su muerte, Paz Vega con el que además, se pretende imprimir un toque de sensualidad e intimidad “prohibida” sobre todo en las escenas donde ésta intimida con Jesús. Su interpretación dista de una profunda interiorización y se queda en el plano superficial y netamente corporal. El resto de actores incluído el de la conocida Geraldine Chaplin son de trámite y no revisten mayor importancia. Pero no toda la “arriesgada irresponsabilidad” de este director le salió mal, por el contrario tuvo varios elementos interesantes que vale la pena ver y destacar. Por ejemplo, los elaborados y estudiados diálogos dignos de la época, la fotografía delicada, cuidadosa y altamente detallista, como también, el muy bien logrado vestuario que se vuelve un atractivo muy importante de la cinta, el ritmo ágil y su metraje (1:37 Min) apenas lo justo para no terminar por aburrir al espectador.

Lo mejor: El Vestuario.
Lo peor: La propuesta sensacionalista de su director.
publicado por Sandra Ríos el 20 marzo, 2008

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