La fusión del cómic y los videojuegos con el séptimo arte parecía inevitable. Con “300” alcanza la comunión total, y lo hace creando algunas de las imágenes y secuencias más contundentes y poderosas vistas jamás en el cine.

★★★☆☆ Buena

300

¡Bienvenidos al cine del siglo XXI! Y Zack Snyder, un visionario, acaba de erigirse definitivamente en cineasta de referencia y director de culto.

La fusión del cómic y los videojuegos con el séptimo arte parecía inevitable. Con “300” alcanza la comunión total, y lo hace creando algunas de las imágenes y secuencias más contundentes y poderosas vistas jamás en el cine. Para inmortalizar esta película, basta con la escena de la joven del oráculo danzando antes de dar su predicción o la imagen del descubrimiento de un árbol adornado macábramente con los cadáveres de aldeanos.

O la secuencia, en travelling lateral, del Rey Leónidas avanzando a lo “Old boy” entre sus enemigos persas, mientras la imagen se ralentiza, se congela, luego avanza rápidamente, mientras de fondo, la música suena igual de rotunda y aplastante. Es el triunfo del espectáculo, de la emoción y del no va más dotando a la novela gráfica de Frank Miller, e hiperbolizándola, con la fuerza e innovación que requería su adaptación en imágenes y sonido.

Además, Snyder ha logrado extraer poesía del horror y la brutalidad que plasma y, al igual que la novela gráfica de Frank Miller, deja muy claro que lo que busca no es el rigor histórico, sinó su inspiración para crear un relato totalmente nuevo. Para ello se sirve de la presencia de personajes y criaturas tan grotescas como fantásticas.

Más ‘gore-histórico’.

Ello es correspondido con un conjunto de interpretaciones extraordinarias, especialmente un Gerard Butler que se sale por su carisma, o Lena Headey, como la reina Gorgo, aunando hermosura y carácter.

Y uno se imagina a Snyder disfrutando no como uno, sinó como mil enanos, reconstruyendo el material rodado con los efectos infógraficos, añadiendo todos los decorados y efectos visuales; además de trufar sus imágenes de abundantes toques de ‘gore’, y algun otro, más que comentadísimo, filogay. Una cortesía del rey Persa Jerjes (Rodrigo Santoro), convertido en un ‘travelo’ de dos metros y medio de altura; y algunas de sus bailarinas ‘drag queens’.

Ni el mismísimo Mel Gibson imaginaría que en pocas semanas de diferencia, otro espectáculo puro y duro de aventuras rivalizaría con su “Apocalypto” en cuanto a salpicaduras de sangre y espectáculo de corte gore-histórico. Y mucho menos aprobaría que el rey Leónidas se atreviera a darle la espalda a Jerjer, dejando que éste posase cálidamente sus manos en los hombres mientras le recita un: “No es a mis latigazos a lo que más temen…”. Todo metido entre hombres fornidos y mujeres de pezones grandes.

Cine-sensación.

Claro que también hay imperfecciones. Entre sus diálogos, que resuenan magníficos y grandilocuentes, se escapa alguna réplica de diálogo en plan chistecito fuera de tono (como en el encuentro entre Leónidas y Jerjer); y entre sus escenas, alguna que otra, llamémosla licencia artística, para darle una efectista y fácil resolución a momentos clave (por ejemplo, en la comparecencia de la desesperada reina ante el senado).

Pero son errores perdonables. Así que estaríamos hablando de una obra maestra indiscutible si no fuera por un detalle, y es que las obras maestras acostumbran a hablarnos del ser humano, y “300” únicamente busca la sensación y el impacto. Una exaltación de la crueldad teñida de heroicismo. Y se revela como un espectáculo prodigioso pero vacío, desprovisto de corazón, cerebro y alma.

Es un formidable carrusel de casi dos horas que nunca llega a aburrir, que refleja a la perfección los postulados de lo que va a ser, o ya es, el cine, de entretenimiento de ahora mismo, y del futuro. Y además, es coherente. En su búsqueda únicamente de la sensación y el impacto, incluso el guión se encarga que todo quede bien fácil de entender, que todo esté convenientemente masticado.

Que “300” va a provocar legiones de seguidores, nadie lo duda; al igual que, por su estética y su forma, va a ser una de las obras más innovadoras, influyentes y representativas de los próximos años. Dando fe que la violencia se ha convertido en el mejor espectáculo, y negocio.
publicado por Carles el 26 marzo, 2007

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