Un retrato deliciosamente bien ambientado de sensaciones profundas, de sentimientos enfrentados, de realidades crudamente expuestas

★★★★☆ Muy Buena

Crash

Únicamente un accidente, un capricho del destino, un choque, quizás el de dos coches en una ciudad como la de los Ángeles, donde uno sin un motor con ruedas prácticamente no es nadie, es hoy en día capaz de hacer que los universos personales de cada ciudadano se encuentren. Únicamente la violencia es capaz de despabilar una ciudad de muertos en vida. Crash es un film coral, donde varias historias se entrecruzan, siguiendo el patrón de “Grand Canyon”, “Magnolia”, “Vidas cruzadas” o “Amores perros”. En este caso, todas las historias están bien medidas y colisionan apuntando a un mismo lugar, en un retrato deliciosamente bien ambientado de sensaciones profundas, de sentimientos enfrentados, de realidades crudamente expuestas.

Un retrato sincero y perturbador sobre una urbe caracterizada por la mezcla caótica de etnias, por el racismo, el miedo y la falta de principios. Un soberbio retrato sobre la angustiosa soledad de esas almas solitarias y prisioneras de una sociedad desestructurada, violenta, armada hasta los dientes, tristemente deshumanizada y en donde todos resultan ser victimas. Pero Crash también nos habla de la intolerancia y de la pérdida de la inocencia. De cómo hay cabida, a pesar de todo, para la esperanza, para la magia, y de como pervive aún la posibilidad en nosotros, la libertad de poder dar siempre lo peor o de dar lo mejor como seres humanos. Nos recuerda además que el hombre es un ser muy complejo que naufraga en una sociedad impersonal y hostil. Donde, victimas de la confusión, los buenos también
resultan convertirse o descubrirse como malos y los malos, a la vez, como buenos. Donde la línea moral y la ética de la actual sociedad norteamericana parecen estar borrándose peligrosa e irremediablemente como el trazo de una tiza bajo la lluvia. Y a la vez, este es un retrato también de las sociedades modernas de todo el mundo.

Paul Hagiis, quien se diera a conocer por escribir el guión de “The millon dollar baby”, realiza aquí una película de bajo presupuesto sin que técnicamente se note en ningún momento del metraje, llena de inteligencia y de emoción. Con un casting que funciona, unas actuaciones soberbias, un guión redondo y perfectamente estructurado, un look acertado, una atmósfera muy lograda y consecuente y un ritmo bien administrado, que mantiene la tensión requerida y nos regala momentos gloriosos. Una bocanada de aire para los tan predecibles y aburridos Oscars y una agradable sorpresa que vuelve a demostrar que, desde Hollywood, entre tanto pedrusco y tanto lodo, aún continúan llegando algunas perlas del séptimo arte.
Lo mejor: Todo, absolutamente todo.
Lo peor: Que el mundo no sea así.
publicado por Iván Sainz Pardo el 29 abril, 2006

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