Wrong turn 3: left for dead
Kilómetro 666 (Wrong Turn, 2004) no destacó en la nueva ola del survival horror con entornos rurales. Aunque se la esperaba con ganas, el resultado, pese a muy decente en determinados momentos, en conjunto resultó un tanto mediocre. Sin embargo, la segunda parte concebida como un directo a video sorprendió gratamente. El principal mal que lastraba la primera era su primera mitad tediosa, donde a penas pasaba nada y únicamente nos invadían los diálogos absurdos de los típicos “adolescentes” que no tardarán en morir. En la secuela, desde el comienzo hasta el final nos regalan diversión sin prejuicios, gore a mansalva, y una buena factura que hacia pensar que pudo haber dado juego en cines. Ya convertida en saga económica para ver en casita, Wrong Turn 3: Left for Dead retoma, en parte, el camino elegido por la segunda. Hay una magnifica escena de apertura, hay bastante gore, hay acción…pero aquí falla algo.
Los personajes pasan de ser los jovenzuelos de costumbre a presidiarios que han escapado cuando los llevaban en autobús a otra cárcel. Hasta aquí la cosa tampoco va mal, pues es interesante ver el enfrentamiento de los matones “sin miedo” contra los caníbales mutantes de marras. Ahora bien, el caso es que, no se sabe porqué, la familia de matarifes ha quedado reducida a un miserable miembro (y su hijo, que pronto será eliminado). También queda su presencia más relegada de la cuenta a los acontecimientos entre los presidiarios y el policía que llevan de rehén. Pese a ser menos disfrutable que la anterior, sigue manteniendo cierto nivel (al menos en cuanto a entretenimiento) por encima de la primera, lo que hace que no decaiga del todo el interés ante lo nuevo que se puedan inventar con esta saga. El director esta vez es un tal Decland O´Brien, especializado en casposos telefilmes.