Un escritor que perdió a su esposa unos meses atrás y ha entrado en una depresión al desvanecerse sus esperanzas de formar una familia, verá cómo gracias a la intervención de su hermana se pondrá en contacto con una asistenta social que le ofrecerá adoptar a un niño de seis años con trastornos psiquiátricos porque cree que es un habitante de Marte llegado a la Tierra.
La bizarrada que supone esa sinopsis puede llevar a pensar que se trata de dos tipos de películas: una de corte familiar, y otra de ciencia ficción. Y lo mejor de la película que se estrena en nuestros cines es que hay momentos en los que los dos géneros se confunden, brindando un tono y un ritmo más que correcto para esta historia.
John Cusack siempre es sinónimo de buen hacer. Nos puede gustar o no, pero el chico sabe lo que se hace y por lo general lo hace bien, además, después de ver Alta Fidelidad, todo cambia. En esta película no está de Oscar, reconozcámoslo, pero junto a Bobby Coleman, forma una pareja extraordinaria, con una química realmente especial.
No nos olvidemos del resto del elenco: desde Amanda Peet, hasta la magnífica Angelica Huston (que tiene un punto histriónico fabuloso), todos están bien. Y así, junto a Oliver Platt, la hermanísima Joan Cusack y Sophie Okonedo, forman un entramado de personajes que ven trastocadas sus vidas por la llegada de Dennis, el niño de marte.
Antes de finalizar me gustaría destacar la selección de canciones para la banda sonora, un tracklist de clásicos que van muy en consonancia con la historia y ayudan a transmitir los sentimientos que pretende. En definitiva, una película para emocionarse, para desconectar de tanto estreno sonado, e ideal para una jornada de reflexión antes de que el Domingo se entreguen los premios Oscar.