Una correctísima ópera prima con una cuidada factura técnica y acertada elección del reparto

★★★★☆ Muy Buena

Un franco, 14 pesetas

Por etiquetar diremos que estamos ante una tragicomedia y, otra colgando una más, diremos que una visión al pasado al estilo Cuéntame. Una fórmula que parece dar buenos resultados y no sólo por fidelizar a los miembros de una generación concreta.

Agridulce estampa en la que no todo va a ser un escaparate de tópicos: la tierna mirada de Carlos Iglesias al pasado de muchos españoles como emigrantes, procedentes de una España gris, está dulcificada por medio de unas dosis de sentimentalismo y humor, bien planteadas y repartidas por un metraje sosegado, pero no exento de ritmo y gancho.

Muy redondo le ha quedado este titulo, el primero que escribe, realiza y protagoniza en un 90% de sus secuencias. Una correctísima ópera prima con una cuidada factura técnica y acertada elección del reparto se convierte en su tarjeta de presentación como cineasta. Sin olvidar AzulOscuroCasiNegro, Un Franco, 14 pesetas fue una de las propuestas más interesantes del pasado Festival de Málaga, siendo de recibo reconocer las buenas voluntades del autor a la hora de rememorar y anclar un capítulo olvidado de nuestra historia reciente.

El desembarco español en Europa durante los años cincuenta y sesenta, que tantas comparaciones debería establecer con nuestro presente, no ha gozado de mucha repercusión en el cine, salvo comedias costumbristas al estilo de Vente a Alemania, Pepe, que en su día jugaron un correcto papel acorde a las intenciones políticas del régimen. Iglesias juega con el hecho real pero también apunta maneras al establecer un equilibrio sostenido entre la lágrima y la risa sin que resulte almibarado a la postre.

Autor del guión, ha rescatado parte de sus recuerdos y los ha mezclado con los de tantos emigrantes retornados que le narraron sus historias. Fue un proceso largo, que no costoso. Se nota al ver los pequeños cuadros que salpican la acción: guiños al choque cultural tras la llegada a un país mucho más adelantado, la exageración del paso por las aduanas, el regreso a una patria extraña donde los curas castigaban a los niños por sus faltas de ortografía y Franco (el del título, con mayúscula) hacía de las suyas como buen señor feudal.

El coro de actores que acompaña al director actúa de sostén: Javier Gutiérrez, Nieve de Medina e Isabel Blanco –para más señas, la joven suiza propietaria del hotel- contrarrestan el protagonismo del Iglesias-actor, excelente en su papel –algo atormentado, por ponerle alguna pega-. El hecho de que tuviese aprehendidos los tics de su interpretación eliminó toda carga de arrogancia, esa que muchos actores llevan consigo a la hora de estar a ambos lados de la cámara.
publicado por Daniel Galindo el 23 mayo, 2006

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