El laberinto del fauno
Hay que decirlo ya. El laberinto del fauno es la obra maestra de Guillermo del Toro. Y quien esto suscribe reconoce que se aburrió mortalmente con El espinazo del diablo o decepcionó con Hellboy. Así que, Cronos a parte, el listón no estaba demasiado alto, aún y admitiendo que el director mejicano posee ese llamado universo propio y un toque muy especial.Tenía sus posiblidades este relato, híbrido entre horror y poesía; y entre el duro entorno de la realidad, el de la España de posguerra de 1.944, y el mundo de fantasía interno de Ofelia, la joven protagonista. Sobre todo después de su triunfal paso por el pasado festival de Cannes donde, lamentablemente, no obtuvo ningún premio. ¿Y qué? En cambio sí que obtuvo una ovación del público asistente de… ¡más de 20 minutos!
Y las expectativas se cumplen… o mejor dicho, no se cumplen para mejor. Porque, señoras y señores, de acuerdo en que lo mejor será que cualquier interesado en ver la película la descubra por si mismo, pero es que nos encontramos con: una lección de sabiduría de narración en cine; la quintaesencia de la imaginación; y unas interpretaciones magistrales, especialmente en ese brutal capitán que interpreta un incomensurable Sergi López, el rostro del Mal encarnado en el fascismo; pero también está la niña (Ivana Baquero), el médico (Álex Angulo) o una ama de llaves que ayuda a las milicias rebeldes (Maribel Verdú); un buen puñado, no sólo dos o tres, sinó diez, quince, veinte, de escenas y momentos absolutamente extraordinarios; y un montaje y ritmo que no decae en ningún momento.
Todo aquel que ame el género fantástico, y el cine, se encuentra, ahora mismo, ya, ante una obra que será de referencia, con numerosos guiños a cuentos clásicos, sobre todo a “Alicia en el país de las maravillas”. Logra sacar partido de nimiedades, arquetipos e historias que parecían mil vistas, gastadas. Y sin embargo, del Toro lo reinventa.
Un cuento barroco, siniestro y oscuro como lo ha definido su autor, quien además destaca, con agudeza, que la suya es una fábula a favor de la desobediencia dentro de un marco social en conflicto y represión. En estecaso, en el marco de una españa dividida, y perdida, con un poder opresor y tajante contro todo aquel que se salte las normas.
En el El laberinto del fauno es una muchacha de 13 años que huye de la realidad sórdida que la rodea. Huérfana de padre, con una madre (Ariadna Gil) obligada a un matrimonio de compromiso con un sádico y vanidoso personaje, el capitán Vidal, a quien sólo le interesa el hijo suyo que espera la esposa, y del que no duda que será varón. En el fondo un pobre hombre que sólo sabe matar, o un amargado hacer la vida imposible a quienes le rodean,”¡Vamos Serrano que esta es una forma muy digna de morir!”, le grita a uno de sus oficiales cuando persiguen a los maquis escondidos en el bosque.
Por ejemplo, uno de los retazos de la genialidad de Del Toro se encuentra en la misma presentación del personaje de Vidal. Lo muestra con leves, pero certeras pinceladas: mirando un reloj roto (un recuerdo de las obsesiones heredadas por su padre) para quejarse de la inpuntualidad en llegar de su esposa; y poco después la mano de malas maneras a Ofelia por una leve equivocación de ésta.
Y es este marco rural y aislado propicio a la evasión de Ofelia, único forma de reconfortarse y de mantener la pureza de su inocencia. Por ello, en un entorno tan negro, Ofelia sueña con bichos, con hombres pálidos con ojos en las manos, con sapos gigantes, mandrágoras que chillan, faunos de aspecto poco atractivo o hadas-insecto. Preguntándose el espectador lo que habrá de real en todo ello.
Sin desvelar nada, la respuesta la da la propia película. La fantasía, la poesía la imaginación está, naturalmente, ante todo aquel que sepa mirar.