Los Asesinos de la Luna
Soy un reconocido fan del cine de Scorsese y fiel defensor del quién malamente dice que el realizador cuenta solo historias de mafiosos italoamericanos. Debo decir que para mi hay variadas corrientes en el cineasta con personajes marginados por el sueño americano como “Taxi Driver”, “Toro Salvaje”, “El Aviador”, “El rey de la Comedia”, “El Lobo de Wall Street” y otros trabajos vinculados con violencia, la fé, familia y mafia dentro de las que están “Buenos Muchachos”, “Casino”, “El Irlandés” y “Los infiltrados”. En todas ellas, hay factores comunes a la hora de interpretar a esos tipos de carácter, en una primera etapa con Robert De Niro y hoy con Leonardo Di Caprio con seis trabajos juntos. Por primera vez, en “Los Asesinos de la Luna”, reúne a sus dos actores fetiches que lo han acompañado en toda su carrera.
El film involucra el poder, la corrupción y el pasado oscuro de USA en una historia íntima que se inicia en baile surrealista bajo una lluvia de “oro negro” y noticieros mudos de antaño sobre la aristocracia Osage con la prominencia financiera a principios de los años 20. En ella Ernest Burkhart (DiCaprio), recién salido del frente de la Primera Guerra Mundial desempleado y sin nada que perder, acude al llamado de su tío William Hale (De Niro), un magnate ganadero que le manifiesta de entrada que hay mucho dinero en juego en esta tierra pero hay que saber donde usarlo y apunta a una familia en particular que posee muchos derechos heredables del petróleo y el manipulable de Ernest termina convirtiéndose en su conductor de una de las hijas de la familia de origen Osage, en parte por las circunstancias, y luego en su amor, inicialmente porque su tío cree que llevarse bien con los Kyle lo beneficiaría.
Mollie(Lily Gladstone), es una de las hijas del clan donde Ernest se ofrece como conductor insinuación de su tío. Pero lo que no contaba Ernest que la templanza y sabiduría de Mollie lo terminará por encantar poniendo en duda todas sus aspiraciones con esa sonrisa brillante sus silencios, hablando con su mirada y gestualidad para imponerse como la reserva moral de un film donde se respira avaricia y maldad en muchos de sus personajes y donde ve su familia desmoronarse sin saber la verdadera razón.
Scorsese se vale para adaptar el best seller de David Grann, de un connotado guionista para llevar a cabio este trabajo que es el ganador del Oscar Eric Roth que tiene entre sus haberes participación en “Forrest Gump”, “El Informante” y “Duna”. Desarrolla un film de forma increíble haciéndonos testigo de una narración de la maldad, en ningún momento de hace que sientas identificado con lo que hacen los protagonistas. Es más los aborreces, te da nervio como van logrando fechorías sin que nadie los descubra y en eso a pesar de sus tres horas y media logra mantener mucha tensión. Es raro que no puedan identificarse con un género la cinta que puede ser un thriller, drama y epopeya acerca de la maldad pero también en el centro una gran historia de amor manchada por la avaricia en una tierra arrasada.
El film también exhibe con los asesinatos de Osage fueron uno de los primeros casos importantes que asumieron en naciente FBI que cuando aparece la cinta adquiere en su último tercio un cariz detectivesco que lo hace muy atractivo agregándole más matices que al romance, thriller y comedia negra presentes.
La fotografía del mexicano Prieto, el dirección de arte y sobre todo las actuaciones de todo el elenco vislumbran una lluvia de premios en todos los festivales que se vienes de cine y que se podría ver coronado con los Oscar.