El error garrafal del guión de Inés París es poner el foco en Leonor, la verdadera protagonista, y olvidar durante demasiados minutos a los dos autores, que ejercen de secundarios cómicos, de comparsas de un entremés tirando a vulgar.

★★☆☆☆ Mediocre

Miguel y William

Miguel de Cervantes, nacido en 1564, muerto en 1616. William Shakespeare, nacido en 1547, muerto en 1616. ‘Miguel y William’, producción española que arranca en Londres en el año de gracia de… ¿1500?

En fin, a lo mejor me he equivocado. O a lo mejor Inés París, su directora y guionista, nos quiere dejar claro de antemano que la propuesta es jugar al anacronismo evidente, como ya se hiciera con el mismo personaje en ‘Shakespeare in love’. Lo que importa es que el punto de partida es interesante: Will Shakespeare viaja a Castilla en pos de su enamorada Leonor, prometida al poderoso duque de Obando. Allí luchará por su favor nada menos que con Miguel de Cervantes, en una peripecia que servirá para que ambos den lo mejor de sí mismos como escritores.

Y teniendo en cuenta que la película se esfuerza, y mucho, en desmarcarse del tono cutre de la comedia española en los últimos años, uno esperaría un duelo de ingenio entre estos dos personajes centrales con la excusa de la dama en cuestión. Pero el error garrafal del guión de Inés París es poner el foco en Leonor, la verdadera protagonista, y olvidar durante demasiados minutos a los dos autores, que ejercen de secundarios cómicos, de comparsas de un entremés tirando a vulgar.

Así, lo que arranca como un entretenido intento de comedia anacrónica con personajes modernos en un mundo antiguo, acaba desarrollándose como ‘Celeste no es un color’, más o menos. Leonor (blandita y muy llorona Elena Anaya) es la mujer independiente y dueña de su destino, pero que protege a capa y espada su virginidad (?); Shakespeare (cargante Will Kemp) es un guiri bufón que sólo quiere escribir comedias, y dedica su tiempo a declararse enamorado de Leonor y, mientras tanto, tirarle los tejos a medio reparto femenino. Miguel de Cervantes (apagado Juan Luis Galiardo) es un recaudador de impuestos casado y desencantado con la escritura, que se enamora de Leonor al oir unos versos que él cree de ella. El duque de Obando (guiñolesco José Mª Pou) es el prometido celoso y desagradable, que acoge en su castillo a los dos pretendientes de Leonor (??). Los demás, pues de relleno: Malena Alterio hace que su Belén de ‘Aquí no hay quien viva’ dé un salto de 400 años en el tiempo y parezca la hermana de Cenicienta; Geraldine Chaplin, buf, qué mal estará la cosa para que haga lo que hace aquí; y la única que merece mención especial es Miriam Giovanelli, la niña del inolvidable corto ‘ya no puede caminar’ de Luiso Berdejo, y que aquí gana a los demás por goleada, con un papel de lo más absurdo, tan sólo a base de presencia en pantalla. Lo mejor de la película, sin duda.

Luego está el presunto punto fuerte de la película, las referencias literarias. Algunas son sutiles y funcionan dentro de la narración. Otras están metidas a calzador para que cualquiera que haya leído ‘El Quijote’, ‘Othello’, ‘Mucho ruido y pocas nueces’ o ‘Ricardo III’ las reconozca y diga “ja-ja, yo sé de dónde viene eso”, sin molestarse en integrarlas en la trama. A mi parecer, es el otro punto débil de la película, no explotar a fondo este recurso.

Por último, tanta pretensión de comedia sofisticada y hay tantos detalles de brocha gorda como en una película de Ozores (dos zurullos pisados, un pedo, dos amantes retozando y una tercera mujer debajo de la misma cama, un enano, una tía bañándose…). La diferencia es que Ozores con absoluto convencimiento, e Inés París lo hace porque si no no arranca la sonrisa del personal.

En el apartado técnico, correcta ambientación (aunque se notan las limitaciones, sobre todo en el arranque en Londres y en los horrendos cuadros de época), fotografía tirando a normalita y música tópica (flamenquito/medievo mix).

Seguimos sin dar señales de inteligencia por encima de la media en el género cómico patrio. A ver si con ‘Días de cine’ (la película, no el vehículo de lucimiento de Antonio Gasset) levantamos el vuelo. Un 4.
Lo mejor: Miriam Giovanelli, sin duda.
Lo peor: El payasesco Will Kemp, el desenlace de la película y la oportunidad desaprovechada de acercar a Shakespeare y Cervantes a todos los públicos.
publicado por Plissken el 2 febrero, 2007

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