Es un Verhoeven domesticado, contento por volver a casa y, como un novato, aplicándose para agradar con un telefilm de lujo.

★★☆☆☆ Mediocre

El libro negro

Después de más de 6 años vuelve Paul Verhoeven, y supone también el regreso del holandés a Europa. De paso echa por tierra algunos tópicos que solemos aplicar al cine hecho en Hollywood, el que se limita a seguir unas pautas, sólo busca vender o limita la capacidad creativa del autor.

Porque podría despachar esta crítica diciendo que “El libro negro” es un drama de intriga, sexo, amores, lealtades y traiciones con el nazismo y la resistencia como telón de fondo, y tan eficaz como simple. Y anque hay elementos propios del cineasta, éstos son mucho menos abundantes, arriesgados, atrevidos, provocadores e inconformistas de los que cabría esperar.

Cualquiera de sus trabajos en los EUA contiene más interés, a excepción de la decepcionante “El hombre sin sombra”, que esta obra narrada con una pulcritud y belleza formal tan notable como anodina. Sus virtudes se limitan a cumplir como entretenimiento, a descubrirnos una buena actriz, Carice van Houten, y a un par o tres de escenas e ideas destacables, sin las cuales, sería una película tan plana como el concepto de globo terráqueo que tenían nuestros antepasados.

¡Supervivientes!

Paul Verhoeven ha vuelto para gustar, y para no desentonar demasiado con una historia de espionaje y pasiones que contempla, muy de lejos, a Hitchcock en su horizonte.

Está la secuencia de la protagonista, una suerte de mata-hari infiltrada en el cuartel general de la Gestapo en la invadida Holanda, tiñiéndose el vello de sus partes más íntimas de rubio para elevar sus encantos como devoradora de hombres; el hecho de presentar a nazis buenos, porque no todos estaban a favor de los horrores de Hitler; o la polémica de incluir las humillaciones que la población infringió a los colaboracionistas, hartos de tanto tiempo de invasión y miedos, una vez terminada la contienda.

Pero su arquetipo es el del bonito papel couché, donde incluso un tonel de heces humanas está tan embellecido que parece delicioso chocolate. Por desgracia, también queda esa idea que las guerras nunca terminarán, en una espiral de violencia e intolerancia infinita. Y la necesidad de supervivencia, entendiéndose con ello la capacidad de adaptarse a las circunstancias pero al mismo tiempo siendo fiel a uno mismo. Sea de una manera más comprometida, como Rachel, la protagonista, o más frívola, como su amiga, Ronnie (Halina Rejin). Pero no es el mejor Verhoeven, es un Verhoeven domesticado, contento por volver a casa y, como un novato, aplicándose para agradar con un telefilm de lujo.
publicado por Carles el 4 febrero, 2007

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