Decidieron dejar la peli como un alegato panfletario al suicidio. No sé vosotros, pero independientemente de mi opinión sobre la eutanasia no hay nada que más me joda que me manipulen emocionalmente con un guión tramposo.

★☆☆☆☆ Pésima

Mar adentro

Lo que principalmente queda en la mente de los espectadores es lo que cuenta la película: la historia. Y para ser más concretos, la historia y su enfoque.

Alejandro Amenábar es un gran director con muchísimo talento, y he de reconocer que desde el momento que se anunció que iba a dirigir esta historia me sorprendió gratamente este giro de temática. Hasta el momento la que más me gustaba de él era Abre los ojos, desde luego con un planteamiento mucho más original que Tesis o Los Otros.

Pero Mar Adentro es su mujer película. Y fue un éxito…

Uno, por que escogió una historia y un personaje real en una situación polémica para la sociedad española, lo cual garantizaría el interés del público patrio.

Dos, el buen hacer de Amenábar y el hecho de unirse con el impresionante Bardem es un tándem que puede vender tan bien como el de Spielberg-Cruise. Al menos dentro de nuestras fronteras.

No sólo consiguió unanimidad de crítica y público, sino que además fue tomado como referente moral para desatar de nuevo la polémica de la eutanasia y recogió multitud de premios por su gran factura (incluso el Oscar).

Pero aún así considero esta película como una mala película perfectamente hecha.
¿Por qué?
Precisamente por los dos puntos anteriores.

Primero: escogió la historia de Ramón Sampedro como mártir de una causa como la eutanasia (“conjunto de métodos que producen una muerte sin sufrimiento, para acortar el tormento de la agonía o de una enfermedad muy dolorosa e irreversible.” Gran Enciclopedia Larousse). Este “personaje” se erigió como líder de esta causa, pero en realidad él quería suicidarse.

O sea, quería un “suicidio asistido”. No es un juego de palabras. Era simplemente eso. Y está claro que él, como Maggie en Million Dollar Baby, podrían haberse suicidado en cualquier momento. De forma ruda, pero podía haberlo hecho si hubiese sido real su intención.
En esto la película de Eastwood ya deja a la de Amenábar en evidencia (de actitudes).

Y si ya nos empiezan a engañar con el tema, mal vamos.

Segundo: precisamente por el buen hacer de Amenábar y Bardem consiguen una obra manipuladora emocional y conceptualmente. Yo lloré y me reí mientras la veía. Me dejé llevar por el corazón, pero al encenderse las luces sentí cabreo. Y mucho. Por que si caes en la lógica de la película, te das cuenta de que se vende el suicido como única alternativa a los tetrapléjicos. Y justamente es lo contrario. El 99% de la gente que está en la misma situación que el protagonista quiere vivir, por eso el caso de Sampedro fue tan cacareado.
Pero ¿acaso sale en la película alguien en la misma situación del protagonista pero con la actitud contraria? Si. Un cura. Vaya por dios (nunca mejor dicho).
¿Pero no podía ser nadie que no sea religioso? ¿Alguien como Ramón?
No.

Se le terminaría la peli. Así que decidieron dejar la peli como un alegato panfletario al suicidio (con el marketing añadido de la nueva superstar Ramona Maneiro confesando que ella le ayudó a morir y acompañando su confesión con libros y espacios en los periódicos para su opinión).

No sé vosotros, pero independientemente de mi opinión sobre la eutanasia no hay nada que más me joda que me manipulen emocionalmente con un guión tramposo. Y como me importa más lo que me cuentan la considero mala.
publicado por Israel 'Yojimbo' Nava el 6 febrero, 2007

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