Voces en la noche
Parece ser que hay un axioma en el mundillo del cine que dice que todas las películas en las que Robin Williams sale con barba son buenas, y todas en las que sale sin barba son “El hombre bicentenario”. En “Voces en la noche” Williams lleva barba de dos días.La película cuenta una historia bastante simple. Un locutor de radio homosexual, Gabriel (Robin Williams), en cuyo programa lee sus propios relatos, recibe el diario manuscrito de un chaval de catorce años, Pete (Rory Culkin), en el que detalla los abusos sexuales que ha sufrido durante su infancia. Su asistenta social y nueva madre adoptiva Donna (Toni Collette) se lo ha recomendado como terapia, y Gabriel queda tan impresionado por el libro que entablan una amistad telefónica. Pero un buen día el novio del locutor empieza a sospechar que Donna y Pete pueden ser la misma persona, así que Gabriel comienza las pesquisas.
El escueto guión, con muy pocos personajes y que apenas llega a la hora y media, está en general bastante cuidado. A pesar de que se viste de thriller, mona se queda, y salvo momentos muy concretos nunca hay una sensación de inquietud o suspense por el destino del protagonista. Eso sí, consigue siempre mantener el interés hasta llegar al final, que resulta un poco decepcionante, principalmente porque no resulta demasiado concluyente, y dado que la película no tiene mucha pinta de clamar por una secuela, no se entiende muy bien cual es el objetivo de un final tan abierto.
Cierto es que la película está basada en un hecho real, y supongo que por ello pretenderá ser fiel al mismo, pero se trata de cine, no de un telediario. Si Michael Moore hace lo que le da la gana con la realidad, no sé por qué Patrick Stettner no se podía haber tomado una licencia o dos para darle un poco más de empaque a los últimos minutos de “Voces en la noche”.
El estilo visual de la película se agradece mucho. Unas escenas muy reposadas y una composiciones bastante cuidadas, sobre todo en lo que al tratamiento de la luz se refiere. Tanto que a medida que los minutos van pasando y la trama va cogiendo unos tintes un poco más oscuros, así lo hace también la iluminación, y llega un momento en el que parece que todas los planos están iluminados por una cerilla. A veces resulta sugerente y otras, simplemente, no se ve un pepino.
El peso de la película cae casi por completo sobre Robin Williams y Toni Collette. Williams cumple a la perfección; muy lejos de “Patch Addams”, su interpretación es bastante comedida y además el personaje le es bastante adecuado, con ese aire de fragilidad y esos kilillos que ha cogido con su cura de desintoxicación. Toni Collette, en cambio, a pesar de no ser una mala actriz, tiene un personaje demasiado complejo, y al que además le han puesto una dentadura un tanto ridícula, lo que le quita bastante realismo a su interpretación. Por la película también se pasa Sandra Oh, pero ni es mucho tiempo ni pinta mucho tampoco.
En fin, una película un tanto flojilla pero que compensa con su duración, que se agradece en unos tiempos en los que hasta los anuncios pasan de las dos horas. Recomendada para oyentes de “Hablar por hablar”.