Los miserables
Partamos de que Los Miserables no es una película para todo el mundo. Tienes que reunir varios requisitos: primero (e imprescindible), tienen que gustarte los musicales, pero los musicales de verdad, los de todo el rato cantando; segundo, tienes que sintonizar con el Romanticismo, con ese que va más allá del amor, el de las revoluciones, el de los sentimientos radicales, el de "sufro tanto que me voy a matar"; tercero, lleva preparados los pañuelos. Estás advertido.Tom Hooper vuelve a la gran pantalla tras el éxito de El discurso del rey con otra producción de época. El reto de llevar al cine la versión teatral-musical de la obra de Victor Hugo era tal que las expectativas estaban altísimas, a lo que ayudaron también los primeros tráilers.
Siglo XIX. Francia. Los ecos de la Revolución Francesa todavía resuenan en los oídos de los jóvenes parisinos. Jean Valjean (Hugh Jackman) es un exconvicto que ha conseguido hacerse un hueco en la alta sociedad parisina pero que no consigue escapar de su anterior yo, el preso 24601 con el que se obsesionó el inspector Javert (Russell Crowe). La salvación de Valjean llega en forma de niña, hija de una empleada despedida de su fábrica textil (Anne Hathaway).
Por delante tenemos dos horas y media (quizá demasiado tiempo) en las que da igual que se vea la película en versión original o doblada: en la versión doblada solo hay cinco o seis frases en castellano, el resto está todo en versión original subtitulada. Uno de los puntos fuertes del filme está en las interpretaciones. Hugh Jackman sabíamos que iba a brillar gracias a su voz y a su físico, aunque quizá por eso esperaba algo más. Anne Hathaway ganará el Oscar por un largo e intenso primer plano de más de dos minutos con sufrimiento saliendo por todos sus poros mientras canta I dreamed a dream. Russel Crowe es quizá el más flojo vocalmente pero su presencia y su porte compensan sus carencias; ponedme un malo con carisma y caeré rendida: a sus pies, señor Crowe.
Mi parte "menos favorita" (que no quiere decir que no me gustara) es la historia de amor entre Cosette y Marius. Amanda Seyfried y Eddie Redmayne se quedan a medio camino (para mí; para otra gente, Redmayne ha sido uno de los descubrimientos de la película). No así Samantha Barks, Éponine, la otra, a la que el chico no hace caso pero daría su vida por él. Fantástico el On my own de esta actriz curtida en la versión teatral del musical en Londres interpretando este mismo papel. Por último, una pareja cómica que desentona en medio de tanta intensidad y tanto drama: Sacha Baron Cohen y Helena Bonham Carter haciendo los papeles que tan bien saben interpretar pero cuyas escenas chirrían.
Los primeros planos sacan partido de las interpretaciones musicales de los actores, con el sonido grabado directamente en el plató. Es decir, no se doblaron a sí mismos grabando las canciones en un estudio, como se suele hacer en los musicales, sino que Hooper prefirió que los intérpretes cantaran mientras actuaban y ese es el sonido que oímos.
No es para todos los públicos; hay que saber a qué se va. Pero una vez dentro y dispuesto a disfrutar, déjate llevar y goza, que hay motivos para ello. No será una película de 10, pero sí es una gran experiencia y llega al corazón.
¿Montamos una revolución? ¿Nos enamoramos? ¿Cambiamos el mundo? Me apunto.