Noche de miedo
El joven Charley Brewster (Antón Yelchin) desestima las advertencias de su mejor amigo, Ed (Chris Mintz Plasse), cuando este intenta persuadirlo de que su nuevo vecino Jerry (Colin Farrell) es un sanguinario vampiro y el responsable de la desaparición de decenas de personas en un suburbio de Las Vegas. Después de que el mismo Ed desaparece, Charley recaba evidencias de que en efecto, lo que su amigo le advirtiera, es cierto. Como primera medida trata de proteger a su madre (Toni Collette) y a su novia (Imagen Poots), pero ya es tarde, Jerry muestra las uñas. Ahora Charley debe recurrir a Peter Vincent (David Tennat) un mediático prestidigitador y el conductor del programa vernáculo “Noche de miedo”, quien aduce ser enemigo N° 1 de los seres noctámbulos. Con su ayuda ó sin ella, Charley enfrentará al mortal Jerry y su legión de vampiros.
El aggiornamento (en 3D) de esta renovación de un título caro para los cinéfilos y entusiastas forjados en el cine ochentero, no es caprichosa. Responde a un target meticuloso que persigue como objetivo el atraer a jovencitos avídos de historias vampíricas en plena “era Crepúsculo”. No es fácil despegarse de toda esa melosidad impuesta por la mencionada franquicia, sin caer en la trampa de convertirse en un mejunje de esta y, digamos, “30 días de noche” y/ó “Soy leyenda”, las opciones recientes mas ó menos “serias” al cine de colmillos para tennagers.
Pero, “Noche de miedo” no late por biomecánica propia. Se sustenta en un film que todos los críos de aquel cine agonizante de barrio y posteriores escaparates de videoclub hemos masticado con tanta desesperación que pareciera que estos engendros facilongos de cine autoreferencial hubieran sido cocidos para abastecernos de alimento cinéfilo por el resto de nuestras vidas… y, tal vez, si, para eso fueron hechos.
Para los chicos de hoy, “Noche de miedo” es un film satisfactorio, lleno de visceralidad y truculencia, que se aleja mortalmente de las aventuras idílicas de Edwards y Bellas. Para los ochenteros irredentos, es una actualización de “La hora del espanto”, pelicula que revista hoy parece realmente destinada a vanagloriarse en cintas cromadas de VHS, quizá, rescatada y eternizada en otra “remasterización” digital para DVD y su hermano glamoroso, don Blu-ray.
No obstante, para quien esto escribe, “Noche de miedo” es un digno guiño a la escencia de aquella original que un tal Tom Holland realizara en 1984 para gloria y lor de un fetiche (actor) suyo, Chris Sarandon (el primer Jerry Dandridge). Sarandon no fue antes (ni después) de “La hora del espanto” un actor de renombre, como si lo es Colin Farrell, por cuanto se le agradece a Farrell, la humildad con la que adopta la caracterización que un actor de menos porte y talento le legó.
En definitiva, “Noche de miedo” trata de poner cierta distancia con “La hora del espanto”, incluyendo personajes inexistentes en la original. Y es justo allí donde acierta el trabajo de Noxon y Gillespie; porque, ante la posibilidad de que no solo la nueva generación recurra a esta revitalización cine-ochentosa, y que los nostalgicos exigentes espectadores de aquellos blockbusters palomiteros de otra era nos sentemos a defenestrar “otra” violación al sacro-cinema que nos dio tantas alegrías, el tándem incorpora un Peter Vincent tan cobarde como el jugado por don (aplausos, por favor) Roddy McDowall, pero que en su autoparodia exuda frikismo en concordancia con los tiempos postheavymetal que corren y, hasta un novedoso tal “Ed” a cargo de Christopher Mintz Plasse, que no hace otra cosa que confirmarlo como uno de los grandes talentos surgidos esta última década.
En fin, una remake que suma.