La abominable lluvia de lugares comunes, ideas preconcebidas y prejuicios que atesora, simplemente me aburren. Pero su idea de libertad y de búsqueda de la felicidad me atrae insoslayablemente.

★★★☆☆ Buena

Crazy heart

Si me hablaran de una película sobre un rockero y sus problemas con el alcohol y las mujeres, no sentiría ningún interés por verla.

No tengo especial predilección por las películas cuyo tema es la estrella de rock, con sus problemas con el alcohol y las drogas, amén de sus relaciones personales. Pero si me transformas eso en una cinta con cariz independiente, sobre un cincuentón, estrella del country, venido a menos y me pones de protagonista al mítico Bridges, iré preparando una copa de buen vino y me sentaré relajado a disfrutar de la sesión.

No me canso de pensar que el buen cine en la mayoría de las ocasiones se alimenta de una historia de amor y de unos personajes creados con consciente responsabilidad e interpretados con maestría. En este caso tenemos cubiertas de forma excelente esas dos premisas. La cinta es una historia de amor y Jeff Bridges le da forma y vida a este magnífico “Bad Blake”, que en manos de cualquier otro actor, se habría convertido posiblemente en un personaje mediocre.

Es obvio que este largo sería del montón si no lo protagonizara el actor que lo protagoniza. La primera vez que me emocionó Jeff Bridges fue viendo en TVE la escasamente carismática versión de “King Kong” de Guillermin, junto a la amazona Jessica Lange, mi edad preadolescente no me privaba de disfrutar de la actuación del carismático intérprete.

También es obvio que esta película no nos plantea comparaciones interesantes que aclaren las diferencias entre el country más puro y el más vulgar mainstream, sirvan de ejemplo Van Zandt y Tom Petty. Esto es claramente una historia de amor, del amor perdido y de la maravillosa esperanza que tenemos todos nosotros de ser felices. De las oportunidades perdidas y de las segundas, terceras y cuartas oportunidades que a veces te ofrece la vida.

La abominable lluvia de lugares comunes, ideas preconcebidas y prejuicios que atesora, simplemente me aburren. Pero su idea de libertad y de búsqueda de la felicidad me atrae insoslayablemente.

Esa historia de amor entre el perdedor viejo y borracho y la joven cuyo corazón late cansado y herido, interpretado por una muy seductora Maggie Gyllenhaal, me resulta del todo atrayente, porque cualquiera de nosotros podría ser cualquiera de ellos, incluso sin haber escuchado una maldita canción country en nuestra vida. Es una historia sobre hacerse adulto, sobre la responsabilidad de amar y ser amado, sobre la maternidad y la paternidad y sobre todo sobre saber aprovechar las increíbles casualidades que nos depara el destino.

Ver a Robert Duvall en pantalla, cualquiera que fuera la circunstancia cinematográfica es siempre un sugestivo ejercicio.

Además nos ha ofrecido la oportunidad de escuchar unas cuantas canciones grabadas por el propio Bridges, hecho que me resulta del todo placentero.

Titular a esta cinta “Crazy Heart” me parece una decisión más que anodina, por el simple hecho de que trata un tema tan universal como la felicidad y su personaje está tan loco como cualquiera de los mortales.

Lo mejor: Bridges
Lo peor: La infinidad de topicazos en los que se pierde Scott Cooper.
publicado por Juan José Iglesias Abad el 13 febrero, 2012

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