In time
Hace unos años, Andrew Niccol parió la distopía retro definitiva con la estupenda “Gattaca”, donde se nos presentaba un futuro en el que los niños eran diseñados a la carta por sus progenitores, y aquellos nacidos de la forma tradicional eran ciudadanos de tercera, relegados a lo más bajo de la pirámide social. Desde entonces Niccol lleva intentando repetir el éxito de aquella cinta y, con la salvedad del guión que escribió para “El Show de Truman” (y sin mencionar a “El Señor de la Guerra”, que no he visto), no ha conseguido estar a la altura.
Cuando surgió el proyecto de “In Time”, pareció que Niccol podía volver a dar en la diana, básicamente repitiendo la misma fórmula de “Gattaca”: un futuro distópico altamente agobiante, con ciertos toques retro -¡esos coches!-, y un reparto sumamente atractivo, encabezado por Justin Timberlake y Amanda Seyfried, y con especímenes tan bellos como Olivia Wilde (“House”, “Tron: Legacy”) o Matt Bomer (“Ladrón de guante blanco”) luciendo su palmito a lo largo del metraje (vale, también está Johnny Galecki, que parece un hobbit al lado de Timberlake, tiene que haber de todo). La premisa distópica en cuestión era bastante interesante: en este futuro, el ser humano ha sido modificado genéticamente para dejar de envejecer a los 25 años, momento en el que se activa un reloj que da la cuenta atrás durante un año; a partir de ese momento, cada cual se las apaña para conseguir más tiempo, que se ha convertido en la nueva moneda, de forma que hay quien vive literalmente al día, mientras que otros son prácticamente inmortales.
Pero, ¡ay!, lo que era un punto de partida que podía haber dado para un thriller angustioso y una interesante reflexión sobre si realmente querríamos vivir para siempre de tener la oportunidad, se desinfla a los 15 o 20 minutos de historia. Lo que nos queda es a Justin Timberlake haciendo de James Bond wannabe (juega al póker, conduce coches caros y liga con chicas guapas), que da paso a una versión en clave tecnológica de Bonnie & Clyde, pero claro, Timberlake no es Warren Beatty, ni Amanda Seyfried es Faye Dunaway. Eso por no mencionar que, al menos en la versión doblada, la voz de niña-pija-insoportable de Seyfried es… pues eso, insoportable. Que vuelva a su dobladora habitual, por favor.
De la quema se salvan Cillian Murphy, que aplica su solvencia habitual a un personaje calcado al del Operativo (Chiwetel Ejiofor) de “Serenity”, cuya resolución resulta lamentable teniendo en cuenta que es casi el único que le pone ganas, y un estupendo Vincent Kartheiser (“Mad Men”), que realmente consigue hacernos creer que, bajo un rostro treintañero, hay un cincuentón podrido de dinero -de tiempo, en este caso-, y que está de vuelta de todo. El resto se limitan a mostrar en pantalla lo buenos que están, y lo fabuloso que es tener la pinta que tienen a los 50, 80 o 100 años.
Lo que podría haber sido la respuesta moderna a “La fuga de Logan” se disuelve de forma lamentable en un pase de modelos (impagable ver a la Seyfried huyendo de los Time Keepers con unos taconazos de quince centímetros), regado por explosiones, persecuciones vertiginosas y diálogos que rozan lo sonrojante. Si Niccol quería reverdecer los laureles de “Gattaca”, desde luego no será “In Time” la película que lo consiga.