(España cañi y profunda, con los hermanos malignos del Piraña y compañía)

★★★☆☆ Buena

¿quién puede matar a un niño?

Narciso Ibañez Serrador es una de las figuras más destacadas del fantástico español, junto a Paul Naschy, algo curioso, teniendo en cuenta que su filmografía abarca solamente dos títulos: La Residencia y ¿Quién puede matar a un niño?

 

Lo que no puede negársele a Serrador, es su importante papel a la hora de dar a conocer, al público de la época, eso que bien tenemos a llamar como cine de terror. Ya fuera al frente de Mis terrores favoritos (programa que emitía films de terror), o a través de las famosas Historias para no dormir (historias cortas, autoconclusivas, a lo Historias de la Cripta), Ibáñez Serrador se encargo de llenar los hogares españoles de auténticas pesadillas, ya fuera con los programas citados o con el famoso Waku-Waku. Recientemente realizó otra empresa, con su ciclo de Películas para no dormir, que contó con el quién es quién, del actual fantástico español (Balaguero, Plaza, etc). Alguien dedicado en cuerpo y alma, al cine de género, algo digno de aplauso.

 

Su segunda película ¿Quién puede matar a un niño? es todo un clásico de nuestro particular cine de horror, y lo es por varias razones, aunque la primordial, es lo duro y polémico de su punto de partida. Mezclar niños y terror, siempre es un tema delicado, y en ocasiones controvertido. Pues bien, Serrador realiza toda una broma de mal gusto, llena de niños cabrones.

 

Un matrimonio, con la mujer embarazada, llega  a la isla de Almanzora, para pasar unos días de relax. Pero al llegar, algo extraño ocurre en la isla: parece estar vacía, salvo por las irrupciones de niños misteriosos.

 

A pesar de la realización algo tosca en ocasiones, del innecesario (aunque escalofriante) prólogo donde se nos muestran escenas de archivo de guerras, donde las víctimas son los niños, el film es todo un acierto. Su realización, acercándose al tono documental en ocasiones, es seca, dura, aumentando la crudeza de lo contado, dándole una patina de verosimilitud que pone los pelos como escarpias.

 

Hay escenas de gran tensión, pero lo más escalofriante, es como se retrata (sin regodearse en ello, para nada es un film gore), en actos brutales, que para los niños son poco más que un juego. Ese contraste es la principal baza del film, y aumenta la sensación de horror para el espectador.

 

Pero lo verdaderamente turbador del film, es que el espectador, al ver la situación extrema en la que se encuentra la pareja protagonita, responda a la pregunta ¿Quién puede matar a un niño? Un cabroncete, este Narciso Ibáñez Serrador

Lo mejor: Que el fantástico español sea capaz de ofrecer grandes obras
Lo peor: El prólogo, alargado en demasía
publicado por Alberto Zamora López el 19 octubre, 2011

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