Los tres mosqueteros
El clásico de Alejandro Dumas, Los Tres Mosqueteros, llevado ya a la gran pantalla en el pasado, regresa a las salas cinematográficas de la mano de Paul W. S. Anderson, en una adaptación con más de una licencia por parte de su director, alejándose del argumento original en favor de un nuevo universo steampunk donde los dirigibles y la tecnología a vapor, tienen cabida en el Clasicismo francés del siglo XVII.
Un argumento sencillo: el Cardenal Richelieu (Christoph Waltz) ansía un enfrentamiento bélico entre Francia e Inglaterra para hacerse con el poder, ahora en manos del joven adolescente Luis XIV. Para ello, urde un sencillo plan con la ayuda de la “agente doble” M’lady De Winter (Milla Jovovich), en el que intentarán hacer creer al Rey Sol que su esposa, la reina, mantiene un amor secreto con el británico Duque de Buckingham (Orlando Bloom).
Como no podía ser de otra manera, Los Tres Mosqueteros, en un principio aburridos de sus vidas faltas de acción y desafíos que despierten su interés, pero con energías renovadas gracias a la llegada a París del joven D’Artagnan (Logan Lerman), deciden embarcarse en una nueva aventura con el fin de servir a su rey y a su patria y evitar la inminente guerra franco británica.
Escenas predecibles, clichés por doquier, humor básico y pueril, actuaciones sobreactuadas y poco convincentes…pero, sobre todo, ostentación de mucho capital mal invertido, tanto en el 3D innecesario (salvo en un par de secuencias), como en la dirección artística de la película, muy rimbombante y aparatosa, pero de no muy buen gusto e histórico-artísticamente poco acertada.