Los tres mosqueteros (cine de entretenimiento para ver con un simple objetivo: pasarlo bien)

★★★☆☆ Buena

Los tres mosqueteros

Paul W.S. Anderson solo es capaz de hacer bodrios, pero es cierto, que en ocasiones le salen bodrios bastante entretenidos. En ciertas ocasiones se establece como un gran realizador de “buenas malas películas”; guilty pleasures que dicen los americanos. Ese sería el caso de films como Alien Vs Predator , Death Race, o la que puede que sea su obras más agradecida, Horizonte Final. En el otro extremo, el de las aberraciones fílmicas, se sitúan películas como Soldier o Mortal Kombat (a pesar de lo que disfrute esta última en mis años mozos).

 

Pues bien, el director que más adaptaciones de videojuegos ha dirigido, nos trae una vuelta de tuerca a los míticos mosqueteros de Dumas, convirtiéndoles en héroes de otro videojuego cargado de espectacularidad. Anderson sigue con sus mismos recursos, obsesivos, de siempre, a saber: un uso abusivo de la cámara lenta, para realzar las escenas de acción, una estructura similar a la de un videojuego (fases de creciente dificultad) y simplicidad argumental. A su favor, debemos decir que el montaje y la cámara se quedan quietos, permitiendo disfrutar de las numerosas secuencias de acción, al contrario que en Death Race, donde se transmutaba en un Michael Bay de mercadillo.

 

Lo mejor del film es su diseño de producción. Los decorados, filmados por Anderson mediante gran angular, para aprovecharlos, son espectaculares, realzados en todo momento por una fotografía luminosa. Lo mismo puede decirse del vestuario, combinado todo con un agradable toque steampunk, que probablemente hará arder de ira a los incondicionales de Dumas. El film entra por los ojos, sin dudarlo.

 

Los actores están correctos, especialmente los que son conscientes del tipo de film en el cual se encuentran, y se dedican a divertirse. Los tres mosqueteros (Ray Stevenson, Matthew McFayden, Luke Evans) cumplen su papel, que no es otro que caer simpáticos. El joven Dartagnan consigue no ser repugnante (Logan Lerman ya caía bien como Percy Jackson, film bastante divertido, dicho sea de paso), pero quién se lleva la palma son los secundarios: un Orlando Bloom, transformado en Tino Casal, un Christopher Waltz olvidándose de Oscars, y una deliciosa, y francamente divertida, Milla Jovovich, disfrutando de la ligereza de su papel, y dejando atrás las caras serias que su marido, el propio Anderson, siempre le hace poner en la saga Resident Evil.

 

En esta ocasión, al director británico, le ha salido un film entretenido, quizás de los más efectivos de su carrera, lo que no la convierte, no lo olvidemos, en una buena película; pero la obsesión del film  por resultar ligero y agradable, termina convirtiendo el proyecto en una cinta francamente simpática. Anderson no quiere hacer una buena película, sino que desea hacer un film que divierta y entretenga, algo bastante loable. Ideal para pasar un rato despreocupado, con palomitas y un refresco con mucho gas.

Lo mejor: Milla Jovovich
Lo peor: Que Paul W.S Anderson es bastante patán
publicado por Alberto Zamora López el 27 septiembre, 2011

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