The taint
Hay ocasiones, en las que una cinta, que presenta todas las características para ser un señor bodrio de tres pares de cojones, te sorprende, y te descubres a ti mismo, pasándotelo en grande, durante una hora y diez minutos, que es la duración de The Taint. Un vistazo a su argumento: agua contaminada que transforma a los hombres en misóginos asesinos, con penes mutantes. En medio de todo, un irlandés flacucho, con un peinado imposible. Como veis, todas las papeletas para ser un film horrendo…
La serie Z (The Taint entra directamente en la categoría, al menos por presupuesto) funciona cuando se hace de forma desvergonzada, con mucho sentido del humor, que se contagia al espectador, que pasa por alto los fallos de este tipo de producciones, siendo consciente del espectáculo que esta viendo. Sentido del humor y ritmo (esto último no tiene nada que ver con el dinero del que uno disponga). En esos dos aspectos, The Taint aprueba con nota. La sucesión de escenas, surrealistas, extremas y disparatadas, transcurren a una velocidad de vértigo, combinándose penes gigantes que escupen esperma, festivales de cabezas que explotan, abortos brutales, vomitonas, personajes típicos de un manga japonés, escenas de cartoon, etc. Una locura, donde nada sobra.
Los directores, tirando de ingenio, efectos de andar por casa, y muy poca vergüenza, crean un homenaje a las cintas de videoclub, dónde la música ochentena (bien de sintetizadores) campa a sus anchas, al mismo tiempo que ofrecen un producto underground necesario. El género del terror, como todos, peca en ocasiones de acomodarse (todavía recuerdo el aluvión de fantasmas melenudos a raíz del éxito de The Ring), y son necesarias propuestas como The Taint, para recordarnos que estamos frente a un género transgresor por naturaleza.
Es difícil recomendar una serie Z, a no ser que sean soberanas tonterías, dicho esto en su más pura expresión peyorativa, como Machete, ya que son productos que deben verse con una mentalidad muy definida, e inevitablemente, con una mirada amable, como buen aficionado; pero no me quemo los dedos, si os aseguro que con el paso de los años The Taint será toda una película de culto en ciertos ámbitos. En cierto modo estamos frente a un film perfecto. Una oda al mal gusto, bien entendido, que mira de tú a tú a las grandes cintas de la Troma, y se sitúa lejos de los excesos de Hanger o Gutterballs de Ryan Nicholson, el director que empeñado en ser el más desagradable de la historia, se olvida de hacer films entretenidos.
La música, los efectos especiales, bien cargados de latex, como debe ser, el montaje, los colores y muy especialmente ese final de auténtica locura y unos títulos de crédito simplemente excelentes, me obligan a recomendar The Taint con efusividad. Eso sí, si consideras Piraña 3D un insulto, mejor ni te acerques a The Taint, será mejor que te santigües y que recurras a tu último número del Cahiers.