The game.
The Game es una película que se sitúa entre la afición de David Fincher por Alfred Hitchcock y el personaje que ha acompañado a Michael Douglas en algunos de sus últimos trabajos. La sinopsis podría partir de lo siguiente: ¿Qué se le regala a quién lo tiene todo? El filme bucea en la vida interior de un multimillonario (Nicholas Van Orton), como si se tratase del complemento de su personaje en Wall Street (Oliver Stone), Gordon Gecko, durante su tiempo libre. Y la respuesta es sencilla: un juego, hecho a la medida de cada participante. El tema de The Game es uno de los recurrentes del actor Michael Douglas: se trata de la metamorfosis que sufre un hombre de unos cuarenta años, que de una posición envidiable pasa a convertirse en una dramática parodia de sí mismo. Esta revelación es la clave del conflicto que desenmascara la historia. Con un personaje al que se le presenta un obstáculo, el conflicto por el cual, sus decisiones serían determinantes. Este sería tanto externo, impuesto por la trama, junto al conflicto del personaje. Pero en el caso de The Game, el conflicto externo es la preparación del interno. En la película de David Fincher, lo que se pone de relieve es descubrir el juego, pero existe una cuestión ligada que destaca desde el inicio de la trama, el acceso a la mujer, sobre todo por parte de un hombre que no suele prodigarse en sus relaciones sociales. Nicholas Van Orton es un personaje arisco, huraño y solitario, a quién sólo le soportan, el hermano (interpretado por Sean Penn), su abogado y una enigmática mujer que aparece en su vida. El otro elemento para comprender el filme es Alfred Hitchcock y una de las bazas del suspense, mantener oda la película con el punto de vista y el conocimiento de Michael Douglas. Una escena clave lo relaciona con el clásico de Hitchcock, Con la muerte en los talones: Nicholas Van Orton mata por accidente a su hermano. La diferencia más interesante sea que David Fincher mantiene al espectador en el posicionamiento del mismo personaje, mientras que el maestro del suspense abandonaba por unos minutos el punto de vista de Cary Grant para dirigirlo a James Mason. Se trata de la escena del tiroteo en el restaurante, en la que el villano ignora la intención de Thorhall (C. Grant) y cree que éste ha sido asesinado por Eve Kerndell (Eva Marie Saint). Sin embargo, este tipo de enfoque resulta plano por mostrar sólo el punto de vista del personaje principal. Por ejemplo, Akira Kurosawa hacía proceder en Rashomon una galería de personajes, conexos entre ellos y el tema central de la película, una agresión, a través de la versión subjetivizada que cada protagonista tenía del suceso. No podemos negar que se trata de un filme referencial: hay un momento La huella (Joseph L. Mankievitz) que gustará a los más cinéfilos. En una secuencia descubre una llave dentro de la boca de un payaso. Pero The Game es puro Hitchcock, también en la forma de contar una historia –“es necesario que la película vaya siempre en aumento” y algunos de sus filmes más interesantes (Zodiac, Seven) resultan ser ejemplos notables de narraciones que constantemente dramatizadas. Como el clásico de Hitchcock, Fincher administra correctamente las persecuciones, las pistas falsas, los descubrimientos y las afirmaciones desmentidas. El relato no deja de conducirnos de un lado a otro en ese intento del personaje por descubrir la trama de la historia, tensión que se duplica con el suspense de descubrir las verdaderas identidades del personaje. Pero de la comparación vemos cómo la película actual resulta más tramposa que aquella protagonizada por Cary Grant. David Fincher juega a ser Hitchchock y pierde su apuesta, aunque se trate de una producción mucho más lograda que películas modernas.