Los colores de la montaña
Cine hermoso, sincero, intimista, luminoso y bien contado. El debutante Carlos César Arbeláez nos narra el conflicto entre la guerrilla y el ejército colombiano a través de los ojos de la inocencia de unos niños. Arbeláez elabora esa mirada de un modo natural, nada impostado, apoyándose en la espléndida interpretación de sus actores infantiles.A Manuel le gustaría ser guardameta, le gusta colorear y vive en un pueblo encajado en la sierra colombiana. De día va a la escuela rural y por la tarde sale a jugar con sus amigos a un prado en el que hay dos porterías. Jugando al fútbol, de pronto el balón va a parar a un campo de minas. Pero Manuel y sus amigos no pararan hasta recuperarlo. Esa pelota se transforma en una preciosa metáfora del deseo de una vida normal al que aspiran todos los que crecen en tiempos bélicos. Su sencillez y sinceridad radica en una historia de gran profundidad y calado. La película puede que nos recuerde a ‘Secretos del corazón’ de Montxo Armendáriz.
Lo mejor: La sinceridad del relato.
Lo peor: La poca comprensibilidad de los diálogos de los niños.