Prince of persia: las arenas del tiempo
‘Prince of Persia: The Sands of Time’ es un convencional e interminable viaje a través del desierto. Caminas con la certeza de toparte con un oasis en medio; y con lo único que te encuentras es con una historia floja, desprovista de emoción, y que en cuya cantimplora aún quedan algunas gotas de entretenimiento. El Príncipe de Persia (interpretado por Jake Gyllenhaal), es un jóven presumido con cara de idiota, que se limita a exhibir sus musculitos delante de una bella doncella (Gemma Arterton). Sinceramente Jake, lo tuyo es el papel de homosexual. Todo cambia cuando aparece la misteriosa daga (ojalá tuviera yo una daga de esas, haría muchas cosas con ella). Jake se queda tan entusiasmado con sus encantamientos que se enamora de ella (tú, como un príncipe como Dios manda, lo que tienes que hacer es enamorarte de la princesa). Aquí, el tiempo juega un papel fundamental, ya que a partir de la hora y media empiezan los bostezos a librar una batalla épicamente tediosa. Sus saltos y acrobacias narrativas hacen que el espectador se sienta perdido en mitad del desierto. Lo único que se puede salvar de unos diálogos insulsos (si los justificamos con que su productora es Walt Disney) es su banda sonora. Actualmente las composiciones musicales son todas extraordinarias, debido al talento de sus compositores, como es el caso de Harry Gregson-Williams.Lo mejor: El villano Jeque Amar, interpretado por Alfred Molina.
Lo peor: El pegajoso uso de la digitalización en todas las escenas.